martes, 9 de octubre de 2018

¿CÓMO SER FELICES EN UN MUNDO INFELIZ?


Hay una frase de John Lennon que corre por las redes que dice: “La felicidad está dentro de uno, no al lado de alguien”. Y así es, por fortuna, porque la felicidad es un estado de la persona y por mucho que la circunstancia influya, ayude o perjudique y quienquiera que vaya a nuestro lado no deja de ser una circunstancia, a veces la más agradable y bienhechora, otras muy perjudicial y dañina, pero está claro que el manantial de la dicha brota de uno mismo desde los más profundo, donde residen los más bellos pensamientos, los mejores deseos, los sueños más fascinantes, la realidad más plena construida por uno mismo. Por eso cada cual debe guardar con siete candados y el cuidado más exquisito esos fondos del interior donde reside lo más preciado. Y se lleva puesto, en la mirada, se advierte casi siempre, sin demasiada dificultad, porque los ojos no suelen engañar, diríase que no pueden, aunque quisieran ocultarlo, pues son la ventana abierta tras la cual se llega hasta lo más profundo. Siempre digo que al decir simplemente: hola, buenos días, qué bien te veo, y dar la mano, estamos manifestando quiénes somos por dentro, fundamentalmente, de qué niñez venimos, cuál fue gran parte de nuestra juventud, quienes somos, aquí y ahora, en el fondo.
Ya lo decía Benjamín Franklin, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, además de científico e inventor, en la misma dirección: “La felicidad depende más de la disposición interna que de las circunstancias externas”. Porque la verdadera procesión va por dentro. Así que si quieres encontrar la felicidad, ya sabes, no la busques fuera de ti ni al lado de quien vas, esa persona tiene o no tiene la suya, la tuya, si es que es y existe, se halla dentro de ti, pero no te engañes, es fugaz, pasa veloz, puede detenerse, pero lo normal es que sea pasajera, momentánea, pues dura lo que dura, le pasa lo que al dolor, que por fortuna, en la mayoría de los casos no se detiene para siempre, pasa, y menos mal. Importa, por lo tanto, estar ojo avizor y el oído atento, para que cuando llega ese chispazo de felicidad, al igual que el tren, se detiene lo preciso, y si nos despistamos nos quedamos en tierra y, desde luego, no buscarle a la vida lo que esta no puede dar. Sabedores también de que el río que llevamos dentro mana del manantial que nosotros mismos creamos, por lo que la inspiración, que se halla en nuestro interior, debe ser trabajada, mimada, perseguida y cogida al vuelo. Es ese instante, que puede ser arrebatado, para degustarlo, es esa compañía que nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos, es eso que viene de fuera y que unos ni se inmutan y hasta les entristece y a otros los enamora.
Pero últimamente me pasa, quizá lo mismo que a ti, que al ver las tragedias que no cesan en todo el mundo, uno no tiene más remedio que preguntarse si debemos ansiar la felicidad como móvil fundamental de la vida, ajenos al resto del mundo dolorido, sin que se nos rompa el alma, o intentar estar más al lado de quienes ven con desconsuelo alejarse ese tren, más ocupados en la compasión y en la empatía que en la búsqueda de la felicidad. ¿Ser felices aunque se hunda el mundo? Pues no. Y otra pregunta similar que me he hecho casi desde siempre sin encontrarle una respuesta adecuada: ¿Es posible ser feliz en un mundo infeliz? O esta otra de igual pelaje, pero que va, acaso, más al fondo: ¿Cómo ser feliz en un mundo infeliz?

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