Si gritas, el grito va contigo, y si gritas con insultos, sin dominar al potro salvaje que llevas dentro, no solo te desbocarás, sino que convertirás en destrozos todo lo que encuentres a tu paso. Gritan demasiado en las tertulias de la radio y la televisión y en las columnas vomitivas de alguna prensa y en los mítines y en la calle y en los bares y no sé si en las casas, en algunas desde que luego que sí y en exceso.
¡Qué saludables serían unas nutridas manifestaciones de silencio para deshacer tanto grito y tanta algarabía salvaje!
Hace un tiempo, mientras daba una charla en la que recomendaba leer, oír la radio y ver la tele, por esta orden, alguien me preguntó sobre qué emisoras le recomendaría, y contesté lógicamente dirigiéndome a la mente madura del adulto que me interrogaba, que aquellas que no le griten, ni le metan el miedo en el cuerpo, ni le traten de imbécil, ni se levanten por la mañana con el insulto en la boca y solo hablen desde las vísceras y supongan un claro desprecio a la inteligencia. Y que él, como adulto, eligiera. Ignoro si esto le fue suficiente. Espero que sí porque intentaba enviarle una llamada a su mente adulta y despejada.
Hay, en efecto, quien se levanta, ya de mañana, con ganas de guerra (qué menos de dar los buenos días, sin hacerte invisible, sino mirándote y regalándote una media sonrisa, pues ni eso) y nada se me ocurre mejor, si pudiera, que regalarles un kalashnikov y que se recorran a pie el desierto del Sáhara entero dándoles mandobles al viento y tiros al aire.
Y quienes un día sí y otro también tienen como norma hablar ex cátedra, mirando siempre a las alturas (en clase de oratoria nos aconsejaban, qué horror, mirar al auditorio como a un campo de alcachofas), o se apoderan del espacio del bar, de todas las palabras y opiniones ajenas, o cogen el micro en su emisora o abren su columna del periódico a la vez que se pasean alrededor de sí mismos y su bilis, insultando a todo aquél que se mueve en dirección contraria a la suya y recreándose en su estilo y su vocabulario grosero, cavernícola y altisonante, cuando menos. (Punto y aparte es el vocabulario, la actitud insumisa y el pulso al Estado de Derecho del propietario del asador de Marbella: no cerraba el local “porque tengo los cojones muy grandes”, eso es, y más: “moriré matando frente a este gobierno dictatorial, marxista y terrorista, un gobierno de mierda”, ¿hay quien dé más?) Pues por lo mismo, les aconsejaría a todos que se dieran una vuelta por el desierto mencionado y copien cien veces los versos de Machado para que no los olviden jamás: camorrista, boxeador, zúrratelas con el viento, y que se queden con su verdad, sus palabras, su micrófono, su emisora, su periódico y nos dejen vivir en paz y a nuestro aire y libertad y con mejores compañeros para hacer más liviana la diaria travesía.
Nota:
11 de febrero, día histórico:
Los egipcios han dado un ejemplo de revolución pacífica al mundo, sin violencia alguna, y han sabido decir “basta ya” a la tiranía y a la corrupción. Primera batalla ganada. Queda la siguiente: organizar democráticamente el gobierno de la nación para ser dueños de su destino. Ojala Estados Unidos y Europa estén a la altura apoyando el proceso.
sábado, 12 de febrero de 2011
CAMORRISTA BOXEADOR, ZÚRRATELAS CON EL VIENTO
Publicado por ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ en 8:33
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1 comentario:
Hace sólo unos minutos que yo le enviaba, a un amigo, un correo que decía "la carreta cuanto más vacía, más ruido hace". Pues parece que hay carretas que ni el polvo se les pega.
Al del asador, sólo decirle que en el pueblo, dado los atributos que él dice tener, le habrían catalogado de "cojonazos" o sea algo que carece de la más mínima importancia. Su carreta va ligera de carga.
Para los egipcios toda la suerte del mundo.
Y para vosotros, un abrazo.
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