Es gratificante contemplar la escultura de esa familia, diría yo que hasta modélica, con una armonía relajante y altamente expresiva: todo se sostiene en un solo punto, inverosímilmente frágil en el pie-pilar del padre y sobre el padre la madre sosteniendo a los tres hijos en un alarde ingenioso y de acrobacia fascinante, como un más difícil todavía propio del Circo del Sol.
Es como mínimo para celebrarlo y dar la enhorabuena al artista que ha sabido plasmar una realidad de plena armonía y absoluta belleza, pero faltaríamos a la verdad si nos conformáramos con esa mirada única, simple y llana porque contrasta, ah, la profundidad de los contrastes lo que nos enseñan, sin ir más lejos con el documental que leía esta mañana en la prensa, producido por el hijo de Humphrey Bogar y Lauren Bacall, en el que no salen nada bien parados ambos. El documental es un ajuste de cuentas sobre una familia radicalmente diferente. Y así este hijo, ahora tiene 75 años, echa la vista atrás y nos dirá que nunca conoció a su famoso padre a quien considerábamos único en su género y genial actor en Casablanca y La reina de África como en tantas otras películas, pero...: “Iba a trabajar, rodaba en el estudio todo el día y cuando llegaba a casa quería cenar con mi madre y nos decía: Hola niños, ¿cómo estáis?, y cuando terminábamos nos íbamos de allí. Los niños siempre estábamos al margen. Éramos secundarios en comparación con la bebida, el tabaco o las fiestas”. El retrato es demoledor. Y la madre tampoco estuvo a la altura. Ese terrible “éramos secundarios”, duele. Por no hablar, hoy, de los casos de la violencia de género y otros muchos de maltrato en general.
La familia, ahí la tenemos, capaz de lo mejor y de lo más abyecto, aunque para ser justos tendremos que destacar que, por fortuna, y echando una mirada general sobresalen los ejemplos maravillosos del cuidado exquisito y la dedicación ejemplar de los padres a los hijos destacando la de algunas madres con hijos con discapacidades graves en las que ellas, sobre todo, sobresalen en ejemplo de paciencia y cariño sobrehumanos.
Uno echa la mirada atrás y ve complacido la suerte inmensa de vivir en una familia extraordinaria, la verdad, y no puede por menos de dar gracias, muchas gracias, a la vida, y a unos padres estupendos y magníficos, aunque no hiciéramos esos alardes circenses tan hermosos. Y ahora, por elemental cortesía, qué menos, preguntarte por la familia, esperando que estéis bien todos, lo que deseo en el alma. Es la amistad la que impera.
Imagen: "La Familia en Vuelo" de Andrea Roggi
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