Una buena obra de arte, como una buena acción que te da en la cara y la conservas muy dentro, o una sonrisa que se queda prendida en el rostro, o esta escultura que desde la primera vez que la ves ya no se desprende de tu memoria visual, o ese abrazo que se alarga en el tiempo... son manifestaciones humanas en las que quisieras quedarte. ¡Cómo no vas a querer quedarte en el cuenco de esas ocho manos que crean un perfecto nido donde anidar tus sueños, tus mejores deseos de bien y de paz y tus pensamientos que se dejan acunar al ritmo de la brisa de la tarde contemplando del mar del Mediterráneo o el mar de Castilla entre los trigales o el mar de los pinos que me rodean esta misma tarde en Viana de Cega, o donde quiera que estés en estos momentos.
Hay armonía en los dedos que se van curvando sin agresividad, la del que sujeta la pistola, apunta, dispara y mata, y no digamos un kalashnikov bestial, brutal, mortífero de muerte prematura y gratuita; sin estridencia, aquella que hiere el silencio, penetra con dolor y violencia en los oídos. Son manos cuna que te devuelven el niño que fuiste, son ventana nuevas que te invitan a mirar con mirada limpia, son acogida contra el frío y los miedos de siempre, son unas manos llenas de afecto dando forma a la ternura-ventana-corazón, son consuelo donde reposar lejos de los terrores que encojen y atormentan, son un nuevo horizonte y otro mundo que renace virgen, no hollado por pie inmundo, son invitación al abrazo, al roce de la piel, al deseo de la paz y la solidaridad y el afecto compartido, dando lugar desde la ventana a divisar los caminos abiertos a la esperanza, porque estas manos me parecen un canto al recogimiento, al silencio y a la esperanza, la que el filósofo y escritor coreano Byung-Chul Han en su libro “El espíritu de la esperanza” que yo he subrayado como siempre que las cosas me tocan de cerca las fibras más sensibles:
“La esperanza es la única que nos hace ponernos en camino. Nos brinda sentido y orientación... La esperanza significa mirar a lo lejos, mirar al futuro... La esperanza sale en busca de lo nuevo, de lo totalmente distinto, de lo que jamás ha existido”, como esa manos que se curvan, se recogen y abren la puerta a un mundo más humano, más sensible, más acogedor. “Una esperanza que nace de la proactividad ya que ilumina caminos nuevos que nadie recorrerá por nosotros. Tener esperanza es ver nuevas posibilidades, ver que podemos salir del pozo y que todo mal momento no es más que un capítulo de la historia de cada cual”.
Manos, en definitiva, que se cierran para dar calor y armonía, cobijo y empuje, y son cuna, nido, sostén, compañía amorosa, aliento, pulso amigo, y cuando se abren, abren ventanas a horizontes amables de esperanza, frente a las manos crispadas del odio y el dominio del terror..., esas que sostienen con pulso firme y repugnante la destrucción masiva, digamos de una vez, el genocidio y los delitos de lesa humanidad de indigna deshumanización. Manos, por fortuna, que arrullan, manos que mecen, manos que sostienen el mundo.
Finalmente: Cuando alguien es capaz de hacer una escultura así de bella, manos-nido-ventana abierta, debemos suponer que aún hay esperanza.
Anton Smit, escultor sudafricano
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https://youtu.be/wy2p8mE5_Ks?si=DGHZHfBBvewM7onU Barbara Hendricks, I have a dream, From ABBA tribute 2002
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