jueves, 2 de septiembre de 2021

EMIGRANTES ESPAÑOLES Y AFGANOS

 



Me acaba de enviar mi buen amigo Mauro, cronista de Villardefrades, nuestro pueblo, para el periódico comarcal “La Mar de Campos”, un largo artículo, porque es mucho lo que quiere contar usando informadores selectos para ello. En este caso el tema es de marcada actualidad, y que lo fuera en los años 50 y 60 en nuestra España rural: A Francia, Suiza, Alemania y sobre todo al País Vasco.
Y allí se iban, sin un pan debajo del brazo, la maleta de cartón, cuando había maleta, llena de dolor por lo que se dejaba, a la espera de tiempos mejores.
Y es cuando comenzaron a utilizar el papel higiénico, lejos del corral, como asimismo quienes de niños nos fuimos a estudiar, descubriendo otras maneras y costumbres más acordes con la dignidad de ser y estar bien limpios, en mi caso en el seminario, algo que los chinos, muy avanzados ellos, ya lo conocían desde el siglo II y existen pruebas que mencionan su uso ya en el siglo VI a. C., que ya es decir, porque hay que ver lo que tardamos en Tierra de Campos, ay.
Y es cuando, con mucho tesón, y no poco coraje, fueron haciéndose con un piso humilde, pero hogar, limpio y cálido, y venir al pueblo, muchos años en autobuses viejos que les iba dejando en los distintos pueblos, en agosto y por Navidad, y en Semana Santa, en Villar, a ver matar a Judas, el Viernes Santo. Continúa la tradición, ay. Nunca he entendido por qué querer matar a Judas año tras año.
Y en agosto, a recordar con satisfacción y nada de nostalgia aquellos veranos de entonces de sol a sol y luna a luna por cuatro pesetas que daban para tan poco. Ay.
Y llegaron con el primer reloj luciendo en la muñeca, más tarde el coche, y en el semblante nuevos aires de trabajadores fijos y en condiciones, con el tiempo, infinitamente mejores que las que abandonaron, aunque lejos de su tierra, lejos de sus gentes. Porque está escrito en su sangre lo que tuvieron que pasar y padecer. Aún recuerdo la soledad de unos emigrantes españoles en Alemania que tuve ocasión de ver y conocer. Los domingos, más solos que la una, rumiando su soledad a solas. ¡Qué difícil el idioma! Ay.
Y no se puede olvidar que siempre la maleta del emigrante, Así que no me es posible, mi querido Mauro, mis amigos lectores y mis entrañables amigas, tocando el tema de la emigración, dejar de pensar actualmente en las gentes afganas que están saliendo de su país por pies, huyendo con lo puesto, de la guerra, el terror, las agresiones y hasta la muerte, la cárcel del burka y la negación de los derechos más elementales a las mujeres y a las niñas, ay, ay, ay. ¡Cómo no van a huir ellos, y cómo poner la vista en otro lado, nosotros! ¿Cómo no, y no echarles una mano, como sea, principalmente a través de nuestros Gobiernos? Con los emigrantes españoles se portaron, en general, bien, ya me gustaría que hiciéramos algo así nosotros, a pesar de algunas voces tan estentóreas como vergonzosas.

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