jueves, 5 de agosto de 2021

GRANDES LIBROS, EMOCIONANTES LECTURAS

 

 

 

 

 

 


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Llevo año y medio, lo que llevamos de pandemia, con una suerte enorme de libros leídos. Libros estupendos y obras maestras, para terminar hoy mismo con una joya auténtica: “La vida pequeña-el arte de la fuga” de J. Á. González Sainz sobre la que volveré más de una vez, pues he subrayado medio libro y eso significa que es una fuente sobre la que volver, porque está manando continuamente sabiduría y una literatura de mucha enjundia y altura. Hay libros de los que sales nuevo y renovado, un poco más sabio y más bueno. Uno de ellos es claramente este. Lo digo yo, pero me fío más de mis admirados Muñoz Molina, Iñaqui Gabilondo y Claudio Magris, entre otros, que lo han recomendado con entusiasmo.

Y, oh cielos, acabo de empezar “Niadela” el libro de la simpática e increíble Beatriz Montañez, y a las pocas páginas me ha atrapado de tal manera que me parece que va a ser una gozada su lectura, lo está siendo en las 50 primeras páginas, y lo mejor, que pareciera que es la perfecta continuación del libro anterior y su máxima y más perfecta concreción y puesta a punto de lo que González Sainz propugna.
Qué difícil entender a esta mujer en medio del ruido, del reina por un día, del tirar la casa por la ventana, hartos de cerveza y litrona, y apellidarlo libertad para más inri, llevar cuanto más mejor a paraísos fiscales, gastarse millones de euros en viajes al espacio de diez minutos, y una sociedad de consumo que se consume a sí misma sin piedad y a lo bestia..., y va, después de haber triunfado a lo grande, se retira a una casa destartalada a 25 kilómetros del pueblo más cercano, sin agua caliente ni luz, lleva ya cinco años, enamorada de la soledad y del campo, simplemente porque lo necesitaba y necesitaba encontrarse consigo misma, ahí es nada, disfrutando de una vida sencilla, austera, franciscana, lejos del ruido, los focos, el confort... sin ningún trampantojo, una mujer al desnudo, con sus cicatrices antiguas y heridas frescas o muy calientes todavía, en unión perfecta con la naturaleza, escribiendo un diario con mucha poesía, un estilo depurado que es como la brisa fresca del mar o del monte o de la orilla de un río y los cantos de los pájaros, que se los conoce a todos con sus gorjeos y sus cabriolas, que me está llevando al famoso Henry David Thoreau con Walden en pleno siglo XIX, que significó un canto a la sencillez de vivir en contacto con la naturaleza en soledad, en un intento por conocerse a sí mismo, igualmente, y que hizo escuela maravillosamente bien en Beatriz Montañez, a quien conocí día a día durante cinco años, porque en casa somos adictos al Intermedio en donde estuvo feliz con un encanto especial que se hacía querer.
Solo dos perlas. Al leer las dos primeras líneas me dije: Esta mujer sabe escribir y lo hace estupendamente: “Ayer soñé que regresaba a Niadela. Era de noche, como la primera vez que acudí a ella, y la verja estaba abierta y oxidada”. Prometía, ya lo creo.
Y una segunda: “X es mi pareja. Al menos en el momento en que escribo esta línea. La lengua me quema cuando utilizo las palabras mí, mío y mía. Nada es mío. Aunque lo compre, solo lo adquiero, hoy está, mañana lo pierdo, o peor, lo ignoro, o aún peor, dejo de quererlo... X me ayuda con los arreglos de la casa los fines de semana... Mientras, jugamos, paseamos, escalamos. Es como un extraño cortejo, después de tantos años”. Y más y más y más, con mucho duende, mucha magia, mucha hondura, mucho contacto con la madre tierra y mucho dominio científico de las cosas del campo y sus aledaños. ¡Qué gozada! Gracias Beatriz, te seguiré donde quiera que escribas.
(1) Más La odisea, A corazón abierto, Chankoro, Pura alegría, Últimas terades con Teresa, El Gatopardo, Como polvo en el viento, Humano, más humano, Memorias de África.
https://youtu.be/7QtGOWemQhY Jules Massenet - Meditation from Thais for Violin and Piano

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