lunes, 10 de agosto de 2020

PALABRAS DE CLASE ALTA

 

Me gustan los escritores que tienen el don preclaro de la palabra nueva, una imagen original, un hallazgo literario, una pirueta mental, una idea que te levanta de la silla en la que tu espíritu dormitaba largamente..., a través de lo cual te lanzas con cierta facilidad a escudriñar nuevos horizontes, a adentrarte en la selva de discursos novedosos con distintas palabras y las imágenes que te vayan saliendo al paso desde la fuerza original de su fuente primigenia.
Esto es lo que la escritora y novelista Marta Sanz nos regala con frecuencia, por eso la leo con gran satisfacción: Y así, cuando le sale al encuentro la palabra “posverdad”, en su columna de los lunes, la califica como una palabra de clase alta, para camuflar construcciones adulteradas de la historia. Rápidamente me he quedado con ese calificativo “clase alta”, y han comenzado a venir al galope otras tantas similares. La primera “algoritmo”, de un uso restringido en el campo de las matemáticas y prácticamente inexistente en el uso tanto culto como vulgar hasta hace muy poco y ahora se ha convertido en un comodín que se me antoja cansino y casi hasta pijo, usado a diestro y siniestro, por los amantes ¿de la semiótica? y no sé si de la retórica vana. Pareciera que en una conferencia, si no utilizas varias veces palabras de clase alta como parámetro, paradigma, paradigmático, no contemplamos ese escenario, políticamente correcto, proactivo, niego la mayor, visibilizar, ningunear, poner en valor, ay, cómo me irrita y hiere mi sensibilidad ese “poner en valor”, y en una mesa redonda los adverbios, cuanto más largos parece que mejor, como absolutamente, evidentemente, definitivamente, indiscutiblemente, obviamente..., eres un don nadie, no apto para tan altas misiones y arrebatos discursivos. No entro en los nuevos neologismos, en su inmensa mayoría anglicismos, porque necesitaríamos muchas páginas que nos desbordarían, inundándonos, y que nos van haciendo imposible una comunicación fluida y fértil. Donde siempre hubo resistencia, pasión, coraje, fortaleza, tesón... hay quienes solo hablan de resiliencia, como si con esa palabra se alumbrara un mayor milagro. Y no hablemos del súper de la calle y las Redes porque ya no vale el adjetivo “bueno” que tanto dice sin añadido alguno que le baile al lado, tiene que ser superbueno, superfamoso, supergigante, superguay, superbonito, supergenial, superbién, y así hasta el infinito que, no tardando, alguien se atreverá a anteponer el consabido y manido súper. Y emprendedores y esta es la generación más preparada de la historia... que encierra un halago venenoso. Seguro que te suena que a Machado le gustaba más la frase: “lo que pasa en la calle”, que “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”, `pues quien dice lo segundo creyendo que es más poético y refinado, el pobre se engaña a sí mismo porque para el resto de los mortales resulta ridículo. A don Antonio, también. Por no hablar del adjetivo “espectacular” del que he hablado más de una vez y me trae de quicio, que brilla tanto-tanto que ignora a todos sus sinónimos, espléndidos, y más acordes y atinados para cada momento y cada sustantivo.
Dejo la puerta abierta para que si te apetece correr a tu aire y lo hagas por puro entretenimiento o investigación más concienzuda que este simple apunte. Si te atreves, nos comentas el resultado, gracias.
https://youtu.be/5xPTY11D90I Nella, junto a Javier Limón: 'El Fin de fiesta'. Un final que fue un inicio luminoso y feliz. He estado a punto de decir una delicattesen, pero teniendo exquisitez, quién nos manda.

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