lunes, 25 de noviembre de 2019

GUITARRA Y MUJER


No es exactamente así, pero pareciera, o hasta ahí me ha llevado la guitarra de Inés que duerme junto al piano de Alba, del que ya hablé hace días y, al final, sin decirlo, nos dijo que lo tocáramos nosotros. Algo así sucedió con la guitarra, pero Inés -menos insolente, es broma, Alba- no dijo nada, y vino a manifestar lo que siempre dice en ocasiones similares: “Esto es lo que hay”, sin enfadarse, ni poniendo cara de malos amigos, que estudió en la escuela pública, pero haciendo lo que le viene en gana con muy buenos modales.
Y me puse a cantar como yo suelo hacer, de aquella manera, similar a esta:
Una guitarra para cantar las penas a solas, para susurrar los sentimientos entre amigos y lanzar al aire las alegrías, compartiéndolas, con quienes pasen en ese momento por la calle.
Una guitarra de curvas, acoplada al mejor cuerpo de curvas transparentes, para esculpir un monumento a la belleza y a la música, sin distinguir qué curvas son las de la mujer o las de la guitarra, porque ambas se han mimetizado con exquisita escrupulosidad: guitarra-mujer, mujer-guitarra.
Una guitarra y el cuerpo de una mujer, desnudas, con toda su luz, que es inmensa, frente a toda sombra y noche oscura y con toda su armonía y grandeza, frente a los bárbaros de norte a sur que ponen sus sucias manos sobre ambas: Y van más de mil, asesinadas en pocos años...
Una guitarra y una mujer en plena calle, cantando la libertad de ser y existir, como el viento, libres, para que todos cuantos pasen a su lado puedan disfrutar de su música y del hondo palpitar de un ser humano abierto al canto de todos.
Una guitarra y una mujer...
¡Qué pena que el piano y la guitarra sigan mudos con las ganas que tienen de tocar, las mejores melodías de todos los tiempos! Su ser los llama a ello decía el filósofo Spinoza: “Cada cosa se esfuerza cuanto puede en perseverar en su ser”. Ahí es nada.
¡Qué pena, Inés, qué pena, Alba, ahora que no me oís! ... La verdad es que estabais llamadas a otras artes y otros oficios y tenéis mi aplauso.
... https://youtu.be/FDKAr-HBX7U Chopin, Vals op. 64 no. 2, Tatyana Ryzhkova. En la memoria suena el piano, claro está, pero ahora le toca a la guitarra. Pura delicadeza

Dibujo de Luci Gutiérrez

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