lunes, 8 de julio de 2019

ENTRE ACHAQUES Y MÁS DE LO MISMO


Esta es una de la imágenes que duelen, quisieras pasar de largo, pero hay algo que te lo impide, qué menos que darte un poquito de tiempo (y dárselo a ellos) , y quedarte acompañando su cansancio, su dolor y hasta su desesperación, escuchando sus lamentos doloridos y silenciosos: porque hasta aquí hemos llegado, vamos a detenernos, y ya veremos si podremos seguir, parece el eco de su quejido hondo como el buen quejío.
Él, digamos que se llama Felipe, lleva las botas bien puestas, limpias y con brillo. Es seguro que se las ha limpiado su mujer, como siempre se hizo y ya era tarde para aprender, siempre lo decía. Pero le lleva la bolsa, porque ella ya no puede, que si no, nunca se la hubiera dejado, que para eso estaba ella: así eran las cosas, y así de mal se hicieron con repuntes que llegan hasta nuestros días, para qué vamos a engañarnos tontamente, venimos de donde venimos.
Ella, pongamos que se llama Jacinta, ya no puede con sus carnes, que se han desparramado demasiado a su aire y cuesta abajo, y con su vida, cada vez más empinada y difícil.
Da la sensación de que él tuviera telarañas en los ojos, o es la mirada al infinito o al vacío, y se le ha quedado fija y sin aliento. Es dura su mirada, se queja a la vida por no haberse portado en el fondo gentilmente con ellos, que no han hecho otra cosa que ser honrados y decentes y trabajar de sol a sol y de luna a luna, y se le ha quedado un rictus en el rostro congelado como la tristeza de no saber salir del pozo en el que están metidos.
Ella va teniendo demasiados achaques a pesar de que era la fuerte y sana, hasta que un rosario de enfermedades le ha ido saliendo de forma precipitada, y él, que ya no es lo que era, va teniendo algunos alifafes serios. Ya no somos nada, suele murmurar hacia sus adentros.
Están llegando al final de sus carreras. Se han sentado en el primer asiento de la calle que han encontrado, hasta ver si se le pasa a ella, hoy la más débil. No sabemos si tienen hijos o no los tienen, sí sabemos que se encuentran más solos que la una, porque viven en un tercero sin ascensor y apenas sí se ven con los vecinos para decirse adiós o darse los buenos días y la vecindad que tenían en su pueblo voló.
Están en lista de espera, ambos a la vez, para ir a una Residencia de Mayores, porque con la pensión no tienen ni para abonar la estancia, en cualquiera de ellas, ni una semana. Y ahí están. Me he acurrucado a su lado tratando de sentir lo mismo que ellos: desgana, impotencia, hasta que al final me he decidido a acompañarles a su casa y decirles que me gustaría echarles una mano si creen que les puede venir bien, aunque solo sea hacerles la compra cuando ellos no puedan, qué menos.
Vuelvo a la imagen, y todo me ha parecido un sueño, pero agradezco al fotógrafo que nos la ha puesto enfrente para que no desviemos la mirada y nos centremos en este otro territorio de la vida dolorida y sola. Son de los nuestros o somos nosotros mismos a la vuelta de la esquina y nos gustaría que alguien nos dijera hola, nos diera conversación y un poquito de nuevos ánimos y nos echara una mano para poder continuar el camino, sea un mes o diez años más.
Para ellos, para todos vosotros y vosotras, esta famosa melodía interpretada por una violinista excepcional: https://youtu.be/6X2Nvx--k1U

No hay comentarios: