lunes, 15 de abril de 2019

SIEMPRE ES PRIMAVERA


Si me permite este genial dibujante, yo haría una puntualización a su pie de foto: los pupitres siempre florecen, desde el mismo momento en el que nos sentamos en ellos, por lo que no es necesario esperar a un futuro más o menos lejano, porque estamos ante un presente continuo. Pues aun en el peor de los casos, alguna rama comienza a brotar en la mente, incluso en el peor de los alumnos y tras ella alguna flor, que quedan ya para siempre -rama y flor- en el ambiente, y grabadas en cuantos objetos haya a su alrededor, incluidos los pupitres, claro está.
El dibujo es una preciosidad, por todo cuanto sugiere, que es mucho, y en su enorme simplicidad o acaso por ello, contiene unos rasgos tan ricos, que resulta sorprendente y hasta fascinante el mensaje que transmite. Eso ha hecho siempre la escuela, la cultura, una pizarra y su pizarrín, un lápiz y un cuaderno en blanco, (y hablando de lápiz, no olvides lo que dijo la gran Malala: “El lápiz es más poderoso que la espada”) permitiéndonos crecer, surcar los mares más abiertos, volar más alto que las águilas y desmenuzar los entresijos de la vida y sus múltiples misterios. Y tantas veces, no para ser normales, como canta una viñeta que corre en Facebook, que nos aburre, sino para volver a ser nosotros mismos, que es más divertido.
Sonaba rotunda la voz del maestro: dos más dos cuatro, nueve por siete sesenta y tres, el Duero nace en los Picos de Urbíón, provincia de Soria... “Con timbre sonoro y hueco / truena el maestro... y todo un coro infantil / va cantando la lección”, siempre ha sido así, desde Machado y antes, hasta nosotros, y la escuela, la clase, el taller, la cátedra, el foro, la plaza... se van llenando de materiales con los que vamos construyendo los monumentos del interior de cada cual, sin olvidar ese humilde y franciscano brote en una primavera que ocupa todas las estaciones, porque siempre es primavera a la vera de un pupitre.
El pupitre, ay, los pupitres de nuestra niñez: merecerían todo un homenaje, acaso la mayoría de nosotros ya lo ha hecho en algún momento, porque de aquellos primeros brotes han venido después los grandes bosques del valle y las montañas más altas y de los humildes senderos, las grandes avenidas y autopistas, por donde ahora paseamos y circulamos.
Me quedo aquí para no distraer vuestro peregrinar por los arroyos de vuestra infancia que, ineludiblemente, han terminado siendo los mares y océanos que todos llevamos dentro, pues por pequeña que sea una vida no deja de ser amplia y profunda. Sin olvidar que todo viene de aquella rama reverdecida en un humilde pupitre de la infancia.

Nota al margen: Arde la catedral de Notre Dame de París. Siento dolor y tristeza, como todo el mundo, ante este incendio tan dramático y devastador. “Si el fuego alcanza las torres, las consecuencias son imprevisibles", han dicho los bomberos.

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