sábado, 6 de octubre de 2018

CHARLES AZNAVOUR, HA MUERTO Y SIGUE VIVO EN SUS CANCIONES


La muerte de Aznavour, esta semana, me ha servido para un leve y personal homenaje como agradecimiento y para hacer lo que el más agradecía: que se le escuchara y que leyéramos las letras de sus canciones. Pero, mucho más, como hilvanar al tiempo algunas reflexiones sobre el personaje y su personalidad. Saber que debajo de la piel de ese “gran gigante de la canción francesa”, como se le ha llamado, había alguien que no tenía buena voz, ni era guapo, más bien feo, ni un esbelto joven de pasarela, más bien bajito y un pelín escuchimizado, que solo estudió oficialmente hasta los diez años y no tenía nada que nos llevara a pensar que podría triunfar sobre un escenario, como insinuaron algunos críticos al comenzar su carrera. ¡Qué ojo clínico!
Y ya ves donde llegó: a seguir cantando a los 93 años, aunque le temblaran la voz y el pulso y que pensaba hacerlo, tras cumplir los 94, ahora en el otoño y continuar de gira por Francia. Grabó más de 1.400 canciones, 800 de ellas compuestas por él. Editó cerca de 300 discos. Participó en cerca de 80 películas y nos regaló para la eternidad algunas canciones de ensueño. Escucho, una vez más, mientras escribo, “La bohème”, y dejo que su voz como un susurro se quede como una de las mejores y más dulces compañías: https://lyricstranslate.com/es/la-boheme-la-boheme.html-0
“La bohème, la bohème. Quería decir somos felices
La bohème, la bohème. Solo comíamos de dos en dos días...
Quería decir tenemos veinte años y vivíamos apenas del aire”.
Y sigue y sigue... y vuelves sobre ella y te envuelve con sus aires melancólicos por donde la memoria recorre los felices momentos que todos vivimos aunque no fueran más que instantes huidizos y que “la pobreza no estaba reñida con la dicha”.
Ni debe olvidarse lo que él cuidó con esmero toda su vida: encarnar la dulzura y suavidad de Francia, y su glamour, y no ser ajeno a sus raíces armenias, la impronta de Armenia.
“Después del invierno
Después del infierno
Empujará el árbol de la vida
Para ti, Armenia”.
No, no dejó en mal lugar a su Francia ni a su Armenia, de dónde quizá la salía un gran respeto al público aunque solo fuera uno. Decía cantar para una persona aunque ante él hubiera 200 o 3.000. “El público es una persona, llegó a decir, así que cada espectador piensa que canto solo para él. Esa es la verdad absoluta”.
Cantó los grandes temas: el amor, el tiempo que pasa, las alegrías y decepciones de una vida, los instantes felices y una dulce melancolía como recordó en su muerte la Ministra de Cultura Francoise Nyssen.
Y dotado de fino humor, cuando le preguntaron qué le gustaría que figurara en su epitafio contestó al instante: “Encore des vers”, jugando con la palabra vers: “más versos” y más gusanos”.
Qué pena no tener su mala-fantástica voz para cantarle a mi Isabel, esta noche, como un susurro, su deliciosa “Isabelle... mon amour”: https://youtu.be/x2PTe0bKZJ4.
Nota no tan al margen: Igualmente larga vida a las canciones de la soprano Montserrat Caballé que ha muerto en la madrugada de este sábado a los 85 años en el Hospital Sant Pau de Barcelona,

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