sábado, 25 de agosto de 2018

EL PODER CREADOR DEL LECTOR


Leer es crear, es caminar al lado del escritor y dejarlo en algún momento para hacer el camino por propia cuenta, por muy excelso que sea el autor. Voy a intentar hacer lo más difícil, primero de la mano del gran Jorge Manrique, nada menos, y después abandonarlo para dejarme llevar por la imaginación, que ya sabemos que es la facultad más importante y necesaria a la hora de hilvanar unas palabras:
Nuestras vidas son los ríos / que van dar en la mar, / que es el morir. En principio, nada que objetar, sino todo lo contrario: asumir, asimilar y admirar la grandeza de la doble metáfora, sin dejar de advertir que estamos en plena Edad Media y su autor es hijo de ella. Pero quede claro que la primera metáfora: nuestras vidas son los ríos, es fascinante, y así como los ríos mueren en el mar, así nosotros en el mar de la muerte. Estos versos tienen mucho de eternidad.
Ahora bien, un lector en pleno siglo XXI, que pretenda hacer una lectura activa y creativa no tiene más remedio que echar mano de la ciencia y de la mentalidad posmoderna y realizar su propio y personal camino:
“Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar, / que es el vivir”. Por doble motivo: porque en el mar nació la vida, en las aguas palpitantes afloraron a través de un largo proceso, hace millones de años. La teoría más extendida sugiere que “se formó en el medio marino, a partir de una «sopa prebiótica» de compuestos orgánicos que pudieron formarse en dichas condiciones, evolucionando y consiguiendo con el paso del tiempo un mayor grado de auto organización”. Y de la mano de “Sapiens” el libro famoso de Noah Harari diremos que hace unos 3.800 millones de años, en un planeta llamado Tierra, determinadas moléculas se combinaron para formar estructuras particularmente grandes e intricadas llamadas organismos. Esa fue la primera cuna-mar donde nació la vida. Y el segundo gran motivo que me lleva a creer que el mar no es sinónimo de muerte sino de vida, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, a pesar del mal trato que se le infringe, es el medio en donde la riqueza de peces es inconmensurable y de una riqueza al servicio del ser humano casi infinita.
Permíteme, paciente lector, mi atrevimiento no tiene límites, que ahora ponga mi mirada sobre unos versos de, nada menos que, Dante:
“Los cielos te llaman y giran en torno a ti / mostrándote su eterna belleza / y tú sigues mirando al suelo”.
¿Y por qué no?: La tierra te llama y gira en torno a ti / mostrándote su eterna belleza / y tú sigues mirando a las estrellas.
Todos los días en los talleres de escritura asistimos al milagro de la creación múltiple constatando, a partir de los textos literarios, la diversidad riquísima de los diferentes puntos de vista, las lecturas diferentes y los caminos más variopintos que cada participante explora. Un simple haiku, un solo verso, un aforismo, una sola frase, el comienzo de una novela... son suficientes para hacer trabajar la mente y la imaginación. Y para no ir más lejos esto mismo lo observamos cada mañana y cada noche en las redes asistiendo deslumbrados a la confluencia torrencial y a la vez divergente de quienes se animan, nos animamos, a echarle un pulso a cada opinión, a cada imagen y a cada palabra.

Nota no tan al margen: Si me he atrevido con Jorge Manrique y Dante, cómo no atreverse a llevar la contraria a los refranes, por ejemplo, ya lo hice en su día, y a tantos y tantos escritores que no dan la talla en muchas de sus obras. Dicho lo cual, advierte, querido lector, lectora en su mayoría, que esto ha sido una excepción, porque nunca voy de mosca que hace daño en las partes pudendas, más bien de lector agradecido y que en mis artículos, con harta frecuencia, cito a los mejores que son multitud.

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