sábado, 18 de agosto de 2018

A LA SOMBRA DE LOS MEJORES


Por eso me gusta tanto vivir a la sombra de los mejores, porque se me antojan como esas imágenes tan perfectas. Llevo escritos, desde que me jubilé, ocho cuadernos que he dado en llamar Los Cuadernos del otoño y, precisamente el primero lleva este título: A la sombra de los mejores, que quiso ser un homenaje a los que me han dado más luz y me han dejado estar feliz a su sombra: A la sombra de los mejores que, además de homenajear a quienes admiro, intento hacer una lectura lenta, reposada y significativa. Su sombra, la sombra de los mejores, es como un río caudaloso que te lleva y te trae; te sumerge en sus aguas; te muestra otros ríos, nuevos paisajes que contemplar, diferentes puntos de vista, caminos nuevos por los que transitar con facilidad e invitación, en definitiva, a crear por cuenta propia.
Como esa sombra tan bella, redonda y perfecta, generando frescor y ansias de plenitud, haciendo aflorar lo mejor de lo que llevamos dentro, dejando que fluya con la lentitud de las cosas bien hechas lo que madura dentro al aire de lo excelso. Y así he ido creciendo, con Cervantes, Machado, Lorca, Miguel Hernández, Szymborska, Gamoneda, Claudio Rodríguez, José Hierro, Rita Levi, Juan Marsé, Muñoz Molina; los artículos de Manuel Vicent, Millás, Manuel Rivas, Rosa Montero, Almudena Grandes; don Julián, mi primer maestro, mis mejores maestros: mis padres; Claudio Magris, Proust, Thomas Mann, Emilio Lledó, Iñaqui Gabilondo, El Roto, Pessoa, en estos últimos meses Fernando Aramburu, Manuel Villas y Raquel Lanseros... y tantos otros: algunos cientos. Más algunas películas, no pocas canciones, muchas melodías... La mejor de las sombras, la más esplendorosa luz. Fresca cuando el sol abrasa, asfixia y cruje. Luminosa cuando alrededor se oscurece hasta el aliento y la noche más oscura hace su presencia con ideas y argumentos del pleistoceno.
Como ese árbol gigante en cuya sombra, serán las cuatro de la tarde en pleno agosto, todo el rebaño, pastor y perro incluidos, duermen la siesta más dulce, hasta que llegue el frescor de otras sombras y todos sigamos bebiendo de las fuentes de otros ríos que nos acompañan en este viaje de la vida que va a dar a la mar donde incesantemente vuelve a nacer la vida.

Nota no tan al margen:
Estaría encantado en que la base inspiradora de cuanto yo he encontrando, y los cito, os sirviera tanto como a mí, y que mis humildes textos os llevaran a la hondura de vuestros propios fondos, porque es ahí en donde radican vuestras posibilidades y la creatividad que en todos vosotros es patente, aunque a veces dormite. Pero no es obligado escribir, sí para la buena salud de la mente quedarse un tiempo arrullado por los pensamientos propios y los que vamos tomando de aquí y de allá. Y más y mejor si lo hacemos a la sombra de los mejores.

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