miércoles, 15 de noviembre de 2017

EL PLACER DE LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN


... “El placer de los puntos suspensivos es que hacen cosquillas a la imaginación”. Lo acabo de leer en Facebook, es lo primero que veo y leo cada mañana: ese cóctel espléndido de mi amigo José Antonio Fernández Trejo, poeta y cronista de Valoria la Buena. Corté, pegué y le dije: “Esto se merece un artículo, a ver si sale”. Nunca han tenido un mejor acompañamiento los puntos suspensivos ni una mejor definición. ¿Lo llamamos proverbio, aforismo...?, lo que quieras o simplemente una sentencia breve, intensa y muy poética a la vez, porque nada como decir que los puntos suspensivos hacen cosquillas a la imaginación dejando en suspenso la mente para continuar enseguida trabajando con la loca de la casa. (Y son tres, lo correcto, no una docena, como veo a veces en las Redes).
, Ello me da pie para hablar de otros signos de puntuación, como la humildísima coma que, aunque callada casi siempre, desea tener su sitio esencial en la frase. Leo en la prensa de la mañana unos versos de una canción australiana, citados por una de las mejores periodistas españolas, si no la mejor, Soledad Gallego-Díaz: “Si cenas con caníbales, tarde o temprano, querido, terminarás en la olla”, con las comas tan bien colocadas, nada difícil si te dejas llevar por el ritmo del lenguaje, de no ser así, haría añicos la frase.
: Los dos puntos exigen una pausa mayor que la de la coma y menos que la del punto, pero que tiene su valor y su significado: llamar la atención. “Hola, amigo:”. “Me gustaría decirte cuatro cosas:”.
. Yo soy más del punto y seguido y punto y aparte, que te obliga a continuar el discurso, y no tanto del punto final que, aunque necesario, porque en algún momento debe llegar el final, prefiero siempre dejar la puerta abierta a la aventura, al encuentro, al debate, a los múltiples puntos de vista tan enriquecedores, contra el monocorde totalitarismo del mundo de las certezas, los dogmas y la aniquilación del disidente.
¿ Si los puntos suspensivos hacen cosquillas a la imaginación el signo de interrogación rinde homenaje a la duda, a querer saber, a contar con quien sabe más que nosotros, a querer seguir siendo el niño preguntón que juega a indagar los misterios de la vida y de todo lo que está a su alcance y un poco más allá. Y no solo para preguntar sino para interpelarse y tratar de ir al fondo de uno mismo para limpiar el polvo de la dehesa y eliminar las telarañas que impiden ver el bosque y poder adentrarse en él.
¡ Los signos de exclamación se me antojan como la llave que abre la puerta de la admiración, la celebración, que nos lleva en volandas a valorar los méritos, virtudes, éxitos y genialidades de los otros, haciendo corro para celebrarlo en armonía y convivencia amistosa y feliz. ¡Qué grande eres, chaval! ¡Qué guapa te veo, amiga mía! ¡Genial!
“ Las comillas, tan leves como las comas, tan humildes y vecinas silenciosas, ay, tan imprescindibles si de honestidad estamos hablando, muy lejano a todo lo que pudiera oler a plagio, latrocinio, y podemos estar hablando de pequeños hurtos: una frase, nada más, un verso, que no va a ninguna parte, o sí, o grandes robos: artículos enteros, yo mismo he sido víctima, una vez, y hasta páginas enteras de ensayos, relatos y novelas. Eso ya significa demasiado desparpajo y atropello. Cita cuanto quieras, pero usando las comas, por favor, que para eso están. Y si la norma y la ley no se cumplen, ya lo sabes: alguien se tira al monte y se atreve a declarar la “independencia unilateral”, que ya es el colmo, o quiere ser más chulo que nadie y se atreve a conducir a 240 kilómetros por hora o en sentido contrario y se la pega o nos la da, mal dada. Y así sucesivamente...

2 comentarios:

jubilación viene de júbilo dijo...

¡Qué bien escribes y puntúas, Ángel!
Me sigo asomando y disfrutando.
Un saludo, con cariño.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Muchas gracias, es un placer que estés ahí y aquí. Un abrazo