jueves, 15 de junio de 2017

...Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA



“El día menos pensado salgo a la calle sin el móvil y que sea lo que Dios quiera”, es una frase harto expresiva que corre feliz por las Redes. En cuanto la leí la atraje a mi redil de dimes y diretes, este espacio que me gusta compartir y que hacemos un poco entre tú y yo. Ayer se lo propuse a mis alumnas de los talleres de escritura como tarea de la semana. Seguro que nos sorprenderán y nos sorprenderemos como casi siempre. Y como me gusta hacer la misma tarea que recomiendo, ahí va la mía:
Salió muy de mañana con sus quince años por montera y un fuerte miedo en la mochila sin saber qué hacer con las manos y dos horas eternas sin el contacto con el grupo de amigas, más los 754 amigos y amigas virtuales. Se fue adentrando por el centro de la ciudad y lo que en un principio le parecía normal, porque ella misma es lo que hacía permanentemente, le hizo caer más en la cuenta al ver multiplicadas las imágenes que le parecían cada vez más en exceso “alucinantes”, pensaba, propias de un planeta extraño, todos atados, maniatados, uncidos a sus yugos más queridos, cachivaches de última ola, como corderos conducidos nadie sabe dónde, perros domesticados con fuertes collares - ¿encarcelados en un mundo abierto al infinito?- perdiéndose la visión de la ciudad al desperezarse con su luz tenue y acogedora de amanecida, la gente abriendo sus tiendas a la espera de los primeros clientes, el trajinar de unos y otros, cada cual a su lugar de espera y su biografía transparente en la mirada, los rincones más estéticos pregonando su belleza, los olores típicos y propios de cada mercancía en canal y venta abierta, la vida en permanente rebullir que le entraba con fuerza por todos los sentidos bien abiertos, bien pertrechados para no perderse ningún suspiro. Y se iba encariñando con el paseo libre de recuerdos, compromisos, y tener que repetir 236 veces “jajaja”, y contestar 862 “me gusta” o “me encanta”, y decir sin ganas que esa fotografía, la nº 56 del día, es genial, cuando no pasa de vulgar y mil veces repetida y estar al tanto cada minuto de los grupos de whatsapp...
Al llegar a casa, en cuanto su madre oyó sus pasos salió a su encuentro, y sin que la hija dijera nada le lanzó:
- Hija, ¿cómo te ha ido? ¿Te has encontrado bien?
- Mamá, no te imaginas qué chulada de paseo. Es como si viera primera vez Valladolid, le contestó Raquel, que así se llama la protagonista de la historia.
La madre, mitad desconfiada, mitad sorprendida y esperanzada, le dio el beso más sonoro de los últimos tiempos.
- No sabes cuánto me alegro, hija. Sabes de siempre que los momentos mejores son aquellos que vivimos con las antenas de los sentidos puestas bien puestas.
- Gracias, mamá, me voy a la ducha, contestó, mientras subía las escaleras de dos en dos con una sonrisa picarona hacia dentro.

Nota no tan al margen: Bienvenidos los cambios, las innovaciones, los inventos últimos: el móvil, internet, las redes sociales..., potentísimos medios de comunicación, de formación e información, con multitud de beneficios y algunos peligros, estos que con gracia y fino humor nos ofrecen tanto la fotografía primera como el cuadro del joven atolondrado, del genial pintor, Pawel Kuczynsk, que ya conocemos por estos pagos. Así no se puede ir por la vida, chaval, espabila, sal de la tierra de los sometidos, tú estás llamado a conquistar las estrellas, cabalgar a lomos del mejor corcel y no ser esclavo de la cosas, de los hombres, ni siquiera de ningún Dios. ¿No veis cómo vuestra coleguilla un buen día salió de casa y cayó deslumbrada del caballo por todo lo que veía sin ese apéndice moderno?

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