jueves, 19 de enero de 2017

POSVERDAD, la palabra del 2016


Es el “palabro” nuevo, que el diccionario Oxford ha declarado como palabra del 2016. Sí, palabro, más que palabra, a mi humilde entender, y feo.
Posverdad o el desparpajo de hablar por hablar para enredar y llenar de humo y cochambre la calle y ya no diferenciar si de tanto mentir es verdad o no es verdad, si ya todo da igual tras el chaparrón de tanto descalabro, de tamaño descaro y tanta hipocresía.
Escribía hace días Soledad Gallego esto tan sabroso: “Resulta curioso que en una época en la que se extiende vorazmente la llamada “posverdad” políticos y personajes públicos de todo tipo y lugar son capaces de negar, sin el menor parpadeo y con premeditación, hechos, datos y evidencias incontrastables”. Amén.
Y Alex Grijelmo en su sección de La punta de la lengua, esto tan adecuado para el buen uso del lenguaje: “Podemos preguntarnos sobre todo si “posverdad” no formará parte de lo que la propia palabra denuncia, si no estará desplazando a vocablos más indignantes, como “mentira”, “estafa”, “bulo”, “falsedad”.
El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, ha asegurado recientemente que el Gobierno "no ha expulsado a nadie" y ha considerado que "actualmente" los jóvenes que se marchan al extranjero a trabajar "muestran inquietud" y "amplitud de miras", a la vez que ha subrayado que "irse fuera enriquece". Posverdad al canto. Más allá de toda verdad, más allá de todo dato empírico y al alcance del más lerdo del lugar.
Javier Marías, en un artículo impecable, como todos los suyos, fulmina la triste posverdad del Ministro de Justicia cuando a la pregunta: “La responsabilidad política por la corrupción, ¿está saldada?”, el ministro contestó: “En nuestro sistema se salda con las elecciones. Cuando vamos a votar hacemos balance y valoramos qué nos parece la gestión de un Gobierno o las propuestas de la oposición, y en los últimos dos años y medio ha habido todo tipo de elecciones y ha habido ocasión para que los ciudadanos hayan emitido su veredicto”. Qué barbaridad, ¿no? y más si viene de un Ministro de Justicia. Creíamos en esta nuestra tierra garbanzos y consolidada democracia que los delitos no se saldan con los votos, sino que deben pasar por la Justicia y es ella quien decide en un Estado de Derecho, ¿no es así Sr. Ministro? Díganoslo a lo claro y en el territorio de la verdad, no en el de la posverdad que no va con quienes amamos la verdad a secas por encima de todo. ¡Ay, Sr. Ministro..., y cuántas lleva ya así!
Lejos de la verdad, fuera de ella, estamos en el territorio de lo falso y embustero, de la mentira y la desfachatez, en el reino de la estafa siempre burda y se pretenda allanar ¿acallar? con un simple rescate que nunca fue rescate, ¡por Dios! y todo bulo que daña y mata. Solo la verdad nos hará libres y solo ella es capaz de salvarnos, pero nunca la posverdad del Sr. Trillo. Claro que todo va a cambiar porque “por tierra, mar y aire” la Sra. Cospedal lo va a investigar todo, le ha faltado decir que con viento de Levante... Lo último viene del mago de las tesorerías, el Sr. Bárcenas, que acaba de inventarse un nuevo palabro: “contabilidad extracontable”.
Ay, lo que seguiremos viendo y oyendo tras el señuelo o el espantajo del palabro “posverdad” en cuestión. Atentos, que diría Miguel Ángel Aguilar.

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