viernes, 2 de diciembre de 2016

SENTIRSE ESPAÑOL

Decir: no me siento español, siéndolo, como manifestar cierto agnosticismo o la simple no creencia en Dios, hace que tiemblen en algunos corazones, en muchos de sus sentimientos y hasta en sus vísceras que se revuelven y acaloran con demasiada facilidad, los más sólidos cimientos de la creencia en su patria y en sus dioses, y digo corazones, sentimientos y vísceras porque si se hurga y se argumenta con razones sólidas, ¿a quién que se precie de ser animal racional no le entran dudas razonables?
Por esa deriva un tanto irracional, digamos visceral, se llega al contra-dios -acción absurda y vituperable-, un contrasentido, un contra natura y contra todo cuanto se mueve en otra dirección a la suya de grandes patriotas y fervientes creyentes... y tanto aman a la patria que no les importan tanto sus hijos, sus conciudadanos, los miembros de esta familia que formamos todos y de esta pequeña aldea mundial, con tal de salvar a la patria, con tal de salvar a Dios. ¿Cuándo entenderemos que todos son de los nuestros? Sí, y hasta lo más canallas, aunque nos duela.
Y tanto te elevas al cielo, y tanto tu fe te hace levitar que ya no te importa hacer la guerra, porque: ¿cuánta guerra de religión se ha desencadenado a lo largo de la historia? Un contra-dios, ya digo.
Pues bien, el bueno e inteligente director de cine, FernandoTrueba, dijo un día de los suyos de humor ácido y un tanto provocador, contra los nacionalismos que nos invaden, que el no se había sentido español ni cinco minutos y se ha armado parda y tosca, y le están haciendo el vacío a su última película. ¡País, Miquelarena!
No puedo, ni debo, sino acudir a uno de los grandes poetas de este siglo, José Emilio Pacheco, que escribió este poema tan fantástico:

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
ciertas gentes,
puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia
montañas
(y tres o cuatro ríos).
Estoy seguro de que Fernando Trueba y yo mismo admiramos este breve inmenso poema. Y la
mayoría de mis seguidores, ¿O no?

1 comentario:

Carmen Cubillo dijo...

A veces, algunos adultos, no quieren dejar de ser adolescentes, mal que les pese.