viernes, 9 de septiembre de 2016

LA GRANDEZA DE LA DEPENDENCIA



Me recuerda esta viñeta una que vi hace tiempo, quizá fuera de El Roto, y me impresionó: una pareja llevaba de la mano a su bebé y cada uno de ellos tiraba tanto y con tanta fuerza -¿estarían en trámites de separación?- que los brazos del propio niño se iban alargando de forma monstruosa. Por fortuna ésta tiene otra lectura y una ética modélica porque en el primer plano hay simetría hasta en la mirada de los padres hacia quien les importa por encima de todo. Y sus brazos, los de la pareja, son los que se alargan cuanto hace falta sin lesionar lo mínimo a su hijo... y precisamente debido a ese cuidado especial, a ese juego de llevarle en volandas por la vida, éste, cuando se hace mayor, lo lleva ya en los genes, intenta que su infancia reverdezca de tal forma que copia al pie de la letra y del espíritu cuanto hicieron por él. No siempre sucede, pero muchas veces, sí.
Alegra la primera estampa con ese aire de primavera del que se puede esperar todo. Pero alegra mucho más, por el mayor peso específico, y nos reconforta ese aire del otoño en la vida de los padres paseando como buenamente pueden, y más felices que unas pascuas por dentro, aunque sus males y la artrosis que invade sus cuerpos mermados les atenaza, pero la mano que antaño se asía fuerte ha vuelto con mayor fuerza y mucha más ternura.
En estas dos imágenes de la vida cotidiana hay una cara espléndida de la dependencia de unos al sacar lo mejor de los otros, ésta es su grandeza.

2 comentarios:

Carmen Cubillo dijo...

Es bello el comentario sobre las imágenes.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Gracias, Carmen