martes, 19 de julio de 2016

NO ESTAMOS EN GUERRA




Te digo y te repito, por muy interesante y hasta intelectual que te pongas, esto no es una guerra. ¿No te das cuenta de que cuando el enemigo tiene estas características no podemos hablar de guerra? Es importante aclararse para no errar, y bastante hemos errado o han errado los amiguísimos de Las Azores, y tanto que de aquellos polvos, en gran parte, estos lodos. El terror, señalan los sociólogos, no es un ejército, sino un estado mental al que no se combate desde ninguna trinchera. ¿Dónde dar con ese ejército sólo existente en algunas mentes? ¿En Bélgica, en París, en Irak, en Afganistán, en Pakistán, en Siria, en Nueva York, al lado de tu casa? A no ser que pienses, algunos lo hacen sin que se les mueva una pestaña o el pelo del bigote, que la solución está en aniquilarlos a todos, como algunos llegan a pensar y hasta se atreven a decir. No está mal pensada la solución y así solos nosotros vendiendo el pescado. Los buenos con los buenos y los malos a las mazmorras del infierno de los malos. Para este viaje intelectual no se necesitaban estas alforjas tan irracionalmente pertrechadas.
Pero sí, no te creas que he caído en el “todo er mundo es bueno” que a nada conduce sino a dejar pasar la pelota. Te diré con muchos pensadores que piensan con la cabeza sobre los hombros: Hay que combatir esta plaga criminal con los medios del Estado de derecho, que son sobre todo policiales y de inteligencia, y comerciales y financieros y diplomáticos y culturales y sociales y el ejército en caso de extrema necesidad.
Frente a la salvajada espantosa del terrorista en Niza de un solo individuo, un hombre inestable, violento, aficionado al alcohol y al juego, la salida del primer ministro, Manuel Valls: “Nos enfrentamos a una guerra”, se me antoja una colosal estupidez.
Es elemental la solidaridad con Francia, sin olvidar también, porque lo olvidamos, que en el mes de julio ha habido atentados con decenas de víctimas en Kenia, Nigeria, Bangladesh, Mali, Arabia Saudi y Pakistán, sin contar los cotidianos de Libia, Siria Irak, Afganistán...
“Es una guerra, se nos dice, y es contra occidente. No hay duda alguna de ambas cosas si nos creemos a pie juntillas la propaganda del autoproclamado Estado Islámico y sus amigos, sus propagandísticas o sus condescendientes simpatizantes. Pero no va a ser una guerra, ni puede serlo, ni queremos que lo sea, si se trata de militarizar nuestras sociedades, perder nuestras libertades y convertirnos en rehenes permanentes del terror, custodiados a distancia por el miedo y la desorientación”. Lluis Bassets
Responder a la violencia con violencia, a discreción, solo conduce a más violencia y como algunos han llegado a decir: “se acentúa ese proceso de israelización de Europa”. El caldo de cultivo, en donde la ultraderecha es feliz y crece, es precisamente ese en donde se declara la guerra allí donde algo se mueve, que puede ser hasta debajo de tu misma cama o de la vecino de enfrente, con los mismos o similares aires de venganza, cruzada y fanatismo. Parece mentira que no se hayan caído, a esta altura de la película, del guindo, donde algunos se han instalado. Hay enemigo, está claro, y habrá que luchar contra él con todas las armas, insisto, de un Estado de derecho como decía anteriormente. Pero quede claro que, como ha escrito M. Martínez Bascuñan: “Con cada acto terrorista, re-hacemos la guerra, militarizamos nuestras democracias, prolongamos el miedo y perdemos poco a poco nuestra identidad”. ¿Lo entiende Sr. Valls?