martes, 26 de abril de 2016

VOCES DE CHERNOBIL




Un libro estremecedor que se queda en la retina durante tiempo. Ojalá hubiera muchas periodistas como esta mujer, Swetlana Alexievich, que sabe rescatar del olvido las voces necesarias que más tienen que decir de acontecimientos estelares de la humanidad. La escritora bielorrusa da voz a aquellas personas que sobrevivieron al desastre de Chernóbil y que fueron silenciadas y olvidadas por su propio gobierno. Pero vuelven por fortuna de su mano para desenterrarnos la verdad de todo cuanto sucedió en los días de las más negras sombras que trataban de ocultar la verdad por miedo a que se supiera. ¿Por qué tendrán tanto terror las dictaduras, y los que detectan mucho poder, a la verdad? El dictamen de la Academia sueca destacó "sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo". Esta vez acertó plenamente.
“Extraordinario, demoledor e imprescindible” son algunos de los adjetivos que algunos de los lectores han dicho, con los que me identifico. Así es. Puede costar entrar en este infierno, desde el mundo facilón en que nos movemos, pero estoy convencido de que merece la pena vencer esa tentación. Es tocar las fibras más humanas en situación límite de quienes protagonizaron como víctimas la catástrofe nuclear. La cantidad de materiales radiactivos tóxicos que se estimó fue unas 500 veces mayor que el liberado por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945. Yo lo recomiendo sin ninguna reserva.
Y así como en el libro anterior, “La guerra no tiene rostro de mujer”, la autora ni nos describía ni hacía un balance de la Segunda Guerra Mundial, en éste no trata sobre Chernóbil sino sobre el mundo de Chernóbil. “Escribo y recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. Intento captar la vida cotidiana del alma”, nos dice Alexievich, y de qué manera: sobrecogedora y excepcional.
- «Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto.» Esto fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al lugar de la explosión. No regresó. Y en cierto modo, ya no volvió a verle, pues en el hospital su marido dejó de ser su marido. Era un ser totalmente desfigurado. Pero ella le siguió amando hasta el final.
- El siguiente cuento del monólogo de una profesora y directora de teatro es muy significativo, además de bellísimo, de cuanto vivieron y sufrieron: “Un viejo y una vieja se han quedado en una aldea. Durante el invierno el viejo muere. La vieja lo entierra ella sola. Se pasa una semana cavando un hoyo en el cementerio. Envuelve al hombre en una pelliza caliente, para que no tenga frío, lo acuesta sobre un trineo de niño y lo lleva al cementerio. Y mientras recorre el camino, va rememorando su vida juntos.
Para el funeral, la mujer asa la última gallina. Y al olor de la carne, acude arrastrándose hasta la vieja un cachorrillo famélico. Así la anciana tiene con quien conversar y llorar.
Un día incluso se me apareció en sueños este futuro espectáculo mío”.
- Termina el libro con este relato de una mujer viuda de Chernóbil que tiene un hijo enfermo desde entonces: “Ha crecido pero ve el mundo con ojos de un niño. Con los ojos de un niño de cinco años. Ahora quiero estar con él, Sueño con cambiar la casa e irme a vivir más cerca de él, a Novinski. Allí está nuestra clínica psiquiátrica. Ha pasado toda su vida allí. Este ha sido el veredicto de los médicos: para que siga con vida debe estar allí.
Viajo cada día a verlo. Y él me recibe diciendo: ¿Dónde está papá Misha? ¿Cuándo vendrá?
¿Quién más me va a peguntar eso? Él lo espera.
Lo esperemos juntos. Yo rezaré mi plegaria de Chernóbil. Y él... Él mirará al mundo con ojos de niño”.
Sí, sigue y sigue en la retina. Ya te digo e insisto: altamente recomendable, aunque duela, porque es un dolor sano y beneficioso. Y además como dice la autora: “En más de una ocasión me ha parecido estar anotando el futuro”, y por ello el título completo del libro es: Voces de Chernóbil - Crónica del futuro.

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