martes, 19 de enero de 2016

HÁZTELO MIRAR SI NO TE DA ENVIDIA ESA MUJER




Nunca sabremos si llegará, seguro que no, pero no seamos aguafiestas de mal agüero, corto pelaje y larga miopía, ella lo está intentando y la emoción le sale por los poros del esfuerzo al intentar querer lo imposible y eso en ese puro instante es hermoso. Es la sana locura de los intrépidos. Abajo todo era bello como un jardín de rosas cuajadas de mil colores, pero ya lo tenía muy visto y quería algo más, un más difícil y hermoso todavía y se lanzó sin mirar hacia atrás o hacia abajo, porque de lo contrario no seguiría ni un peldaño más. Qué peligroso y casi siempre estéril es mirar siempre hacia atrás, creyendo a ciencia cierta y compacta que todo lo bueno nos viene del ayer y que el presente está lleno de locura y pérdida de valores y qué peligroso y nada fecundo no mirar constantemente hacia adelante, sabedores de que hubo mucho bueno de donde venimos, y se sabe reconocer, pero que a flor de piel están brotando nuevos valores y el futuro es nuestro y nos pertenece siempre que estemos dispuestos a dar lo mejor, que es mucho, de nosotros. Abajo, por lo tanto, los apocalípticos a sueldo que ensombrecen la noche, apellidan con palabras salidas de sus cavernas tenebrosas y cantan cada mañana milongas a la luna.
Una vez más demos ánimos a quien va hacia arriba buscando nuevos horizontes, plasmando en pasos cortos, pero firmes, los sueños elaborados con la parsimonia y la resistencia de quien cree en sus sueños, dejemos el paso libre si nosotros no estamos en esa honda o preferimos no arriesgar tanto o no nos sentimos lo suficientemente jóvenes como para querer alcanzar los cielos y, si somos elegantes, estemos dispuestos a dar un empujón o echar una mano o aplaudir a quien lo intenta, porque gracias a esos adelantados y soñadores esto ha evolucionado a mejor. Y sin embargo, ay,“la figura del soñador es una de las más denostadas en nuestro tiempo, sobre todo cuando los sueños atañen a la cosa pública, como decía recientemente Esperanza Ortega.
Esa mujer subiendo en esa escalera no deja de ser una bellísima y profunda metáfora de la vida, los sueños, el esfuerzo, el riesgo y la aventura.
Te habrás dado cuenta que de nuevo estamos hablando de la utopía. Sí, háztelo mirar si no te da envidia esa mujer. Yo lo estoy haciendo, me sienta bien y me rejuvenece.

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