viernes, 6 de marzo de 2015

ALGUIEN CON QUIEN HABLAR


Cuenta Andrew Salomon, autor de El demonio de la depresión, sobre su propia experiencia e investigación a la vez en torno al tema, en una entrevista a Berna González, la siguiente anécdota: “Una familia que conozco que perdió a su hijo por suicidio trabaja ahora en un proyecto en campus universitarios cuyo lema es: “35.000 amigos en Facebook y nadie con quien hablar”.
Primero, habría que desentrañar ese dato, porque no se sostiene tener 35.000 amigos. La prostitución de los conceptos puede llegar a herir la sensibilidad del más majo. No es posible tener todos esos amigos si de amistad hablamos. Dejémoslo como una barbaridad.
Segundo, puedes cotorrear con esos 35.000, pero lo que se dice hablar-hablar ya es algo muy diferente.
Y tercero, puedes alardear de tener muchos amigos, concedámoslo, y llegar a esa fatídica conclusión de no tener con quien hablar: Alguien con quien hablar.
Alguien con quien hablar es un libro precioso de Ángel Gabilondo, que se lee y se paladea con mucho gusto y gran aprovechamiento, porque entre otras muchas cosas más estamos ante un hombre bueno y extraordinariamente inteligente.
Nos dice el autor en la presentación que este libro habla de alguien y con alguien. Que necesitamos que alguien nos acompañe, que esté cerca, que nos escuche, que nos diga. Y toca de entrada un aspecto que me es muy querido: no creer que uno lo sabe todo y mejor que los demás, no ser autosuficiente por engreimiento y ser consciente de la propia necesidad. Porque hay mucha tristeza y soledad y mucha fragilidad y de ahí que sea tan necesario y saludable compartir para sobreponerse y sobrevivirse.
Con capítulos deliciosos como: reír juntos, besos de la palabra, las yemas de los dedos, la pasión razonable, la inteligencia erótica, estar en la luna, sobrevivir con uno mismo, precaverse de uno mismo, el silencio que nos falta, etc, etc.
Siempre será el hermano de Iñaqui Gabilondo, aunque en su curriculum se lea que ha sido Catedrático de Metafísica en la Universidad Autónoma y Rector y Ministro de Educación y Cultura y escritor de numerosos textos, artículos y libros... y hasta posiblemente Presidente de la Comunidad de Madrid.
Pero volvamos al tema:
Hablar, y no solo hablar por hablar, aunque a veces esté bien, sino hablar para pasar de papagayos y tratar de ir al fondo que es donde se encuentran los ricos manantiales del ser, hablar para contar, para decir, para abrirse en canal, para encontrar las verdades y las bondades del otro y hasta las nuestras. Y hablar con, que es muy distinto de hablar a, desde el mismo nivel, a dúo, en diálogo desde el respeto que es armonía, en donde se escucha con atención exquisita y se devuelve la pelota para que siga el juego. Y hablar con alguien, con el otro, con lo más valioso que le identifica, aparte del dinero, los títulos, los honores, las albardas, ni más ni menos que yo, a mi altura, desde su desnudez para verse con la mía y disfrutar de habernos acercado, haber navegado como buenos colegas y mejores amigos por la corriente de la biografía de cada cual.
¿Qué importa tener 200, 6.503, 35.000 amigos en Facebook? Importa hablar con uno de ellos, con alguna de ellas, sucede a veces, y se llega a muchos fondos, y de no ser porque el otro trabaja al día siguiente, nos darían las tantas hablando, escribiendo, quiero decir, y los dedos por muy ágiles que sean, que no es mi caso, no corren a la velocidad del pensamiento cuando estalla en empatía con algún amigo, casi siempre con algunas amigas.

2 comentarios:

Procesos y Contextos Educativos dijo...

Me encanta esta foto!!! (amigo! reponte)

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Artista consumado que es el fotógrafo. Te salió bien, Xoan. Gracias