miércoles, 14 de enero de 2015

¡NOS PROVOCAN ... Y SE RÍEN DE NUESTRA FE!


Oí hace tiempo, con mucha gracia, a Cristina Almeida, un discurso contra los violadores y machistas en general que decían, y siguen diciendo, que hay mujeres que provocan y que por lo tanto también son culpables de lo que pueda venir después. Lo cual es el colmo de la desvergüenza. Una mujer puede ir como una ursulina, como una señora que no esconde su belleza o mostrando sus hermosísimas piernas y su escote de vértigo, lo que nos obliga en todas sus variedades al más absoluto respeto. Y lo hacía, con el desparpajo y lucidez que le caracteriza, con gracia, por eso su verdad encierra más fuerza, si cabe, haciendo la siguiente comparación: los jamones de pata negra que vemos en muchos escaparates cedamos que pueden provocar a cualquiera que sabe de qué va su sabor y más si tiene hambre de muchos días, lo que no nos da permiso para romper la luna y llevarnos algunos de ellos. Está claro, ¿verdad?
De similar manera diría yo del terrible asesinato que sufrieron los periodistas y humoristas de la revista francesa Charlie Hebdo. Se puede disentir de su línea de caricatura satírica, quizá haya muchos a los que no les gusta, incluso que les disgusta, pero en un estado democrático y de derecho, la crítica verbal, y al fin necesaria, en todas sus vertientes, más o menos correctas, muy ácidas algunas, quizá irreverentes otras para el gusto y la creencia de no pocos, no debe llevar a nadie a poner una mordaza en sus bocas y mucho menos, naturalmente, a acribillarlos con fusiles asesinos. En un estado laico está permitido hasta la blasfemia como está permitida toda creencia. Lo que no está permitido es matar por tener ideas o creencias contrarias. El que quiera ir al templo debe no ser molestado y al que no le guste una publicación lo tiene muy claro: que no la compre ni la lea, pero acepte que haya gente que cree que es bueno hacer crítica de todo lo humano y de todo lo divino y hacer caricatura contra la caricatura que hacen muchos de Alá, de Yahvé o de Dios. Y que en el debate de las ideas todo es posible y la línea roja que no debe atravesarse nunca es la violencia física. Respeto, siempre, a las personas, pero las ideas y creencias pueden ser debatidas y algunas duramente criticadas y pasadas por la sátira. Lo demás es totalitarismo.
¿Por qué no se va a poder decir como proclamaba una viñeta de Charlie Hebdo?:
¡Qué duro es ser amado por gilipollas!, en boca de Mahoma.
Como se podría decir:
¡Qué duro es ser amado por curas y obispos pederastas!, en labios del Dios de los cristianos.
Y puestos, suelo en días como estos, dar voz a otras voces:
El escritor Vargas Llosa en un artículo titulado, “Je suis Charlie Hebdo”, ha escrito que lo que pretenden estos terroristas es que el mundo libre, renuncie a uno de los valores que son el fundamento de la civilización y que no poder ejercer esa libertad de expresión que significa usar el humor de una manera irreverente y crítica significaría pura y simplemente la desaparición de la libertad de expresión, es decir, de uno de los pilares de lo que es la cultura de la libertad. Y que “uno de los riesgos más graves de este horrible ataque terrorista, ha añadido, es que va a estimular la xenofobia a los partidos extremistas que son tan peligrosos para la democracia como los fanáticos islamistas”.
El genial humorista, El Roto, atinaba como siempre:
- Dicen matar en nombre de Dios
- ¿Y qué dice Dios?
- Hace tiempo que huyó despavorido.
Y Fernando Savater ha escrito que Wolinski ha sido en su formación humana tan importante como Borges... ¡o más!: “Todos eran mi familia secreta, los compinches con quienes celebraba la fiesta de la vida, mi venganza contra el régimen tiránico y pudibundo, a fin de cuentas ridículo”.
Corto para que alargues con tu pensamiento, si te apetece, este discurso, no sin antes decir:
SOY CHARLIE, SOY POLICÍA, SOY MUSULMÁN, SOY JUDÍO...

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