miércoles, 27 de agosto de 2014

DOS ROSTROS, DOS ANDARES (Pujol y Fergusola, tanto monta)



Foto: Pere Durán

Tan católicos fervientes, ambos, y a buen seguro lectores de la Biblia, ¿no les vendrá a la mente aquel versículo del Eclesiastés: Vanidad de vanidades y todo vanidad?
Cualquiera diría que lo van pasando mal, que ni se miran ni se hablan como echándole la culpa al otro de haber amasado tanto y con tan malas artes, como siempre que se amasa tanto, por otra parte.
Pareciera que les ha ido mal en la vida, que les va mal, que lo están pasando fatal de necesidad: ella, la Sra. Fergusola, cabizbaja, como pidiéndole a la tierra que la trague, que para qué seguir adelante y al lado de este mochuelo semejante, que ya no tiene fuerzas para seguir con una familia de monstruos al lado, aunque le haya dado tiempo para ir a la peluquería de alto standing y llevar el pelo blanco, bien cardado y recién peinado; él, el Sr. Pujol, honorable en otros tiempos en los que era todo, menos honorable, se le ha caído el poco pelo que tenía y únicamente luce unos mechones blancos sin fuerza y sin brillo, llevándose las manos a los bolsillos ¿para no soltar nada de lo trincado y a buen recaudo en paraísos etéreos que, por ello, nada veremos los merecedores de todo lo robado? Acostumbrado en otras épocas a mirar a las altura desde su fe religiosa ahora sólo mira ensimismado al vacío de su alma y de su vida.
Dan un poco pena, es curioso, no digas que no, porque no dejan de ser humanos, como tú, como yo, como el de más allá y acaso cínico a mano armada, y cuando alguien va así tan hundido, no sería yo quien pusiera la mano encima para darle un puntapié en el trasero, aunque sí haría todo lo que estuviera en mí para que devolviera hasta el último céntimo de todo lo que robó cuando se demuestre que lo robó.
Más aún, a ellos no les deseo ningún infierno, aunque ahora dicen que no existe, natural, ellos bastante infierno tienen, aquí donde habitan el cielo y el infierno.

No hay comentarios: