Con este título, Viejos y jóvenes, hacía una de sus entradas
magistrales en su blog, Iñaqui Gabilondo, terminando así: ¿O va a
resultar que sólo el Rey Felipe es el que está preparado?, saliendo en
defensa de los jóvenes, que están asimismo muy preparados, para salir de
esta situación endémica en la que estamos.
Lo mismo que Gabilondo pertenezco a este colectivo de mayores en el
que milito y vivo y al que siempre he defendido, tratando de recuperar y
potenciar la mejor imagen e intentado alejarme del papanatismo que no
ve más que aquello que lo que interesa ver o aquello que a otros les
interesa que se vea.
Está claro que no por el mero hecho de
ser mayor o de ser joven se está más preparado para todos los quehaceres
públicos y privados que la vida nos demanda. Esto que es tan simple y
sencillo parece verse enturbiado por el falso razonar de algunos que nos
quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Obras son amores que de
palabras estamos ya todos muy hartos. Muchos, que habiéndose dedicado a
lo público durante años y años, están faltos de credibilidad
precisamente porque a los discursos no les han añadido los hechos
necesarios: las reformas tienen que palparse, la transparencia verse a
la luz del día y en la noche más oscura, la corrupción negada y
condenada sin paliativos y lejos de la casa de cada cual y aledaños de
amistad o consaguinidad.
Un principio categórico es aquel que
sostiene y defiende que todos somos necesarios, jóvenes, viejos y del
medio. Otro de similar rango: es bueno, justo y elemental dar paso a las
jóvenes generaciones que aun cuando carecen de experiencia están
sobradas de preparación, grandes dosis de ilusión, entusiasmo y ansias
de comerse el mundo, con todo el futuro por delante, etc. etc., sin
menoscabar y despreciar la experiencia, el equilibrio, la preparación a
base de años y resistencia de los adultos y los mayores.
Ahora
bien si hay jóvenes que no dan la talla aléjeseles de ocupar puestos de
responsabilidad, igual que aquellos adultos y mayores que se han pasado
media vida y algo más en puestos claves y no han dado la talla ni de
lejos, sin referirnos a todos, y son muchos, sobre los que recaen
indicios graves de corrupción y corruptelas varias y tantos y tantos
políticos que en las evaluaciones que la sociedad se permite hacer, una y
otra y otra y otra vez salen con suspensos tan bajos como el suelo sin
remontar. A ningún estudiante le permitiríamos lo que se permite a estos
ínclitos servidores de la ley y del buen gobierno de la nación. Pues
que tomen nota, pero, ay, no la toman.
Después de todo lo cual,
quienes han confiado al total en la preparación del Rey Felipe, que
nadie duda, qué menos de solicitar el mismo trato a todos aquellos
hombres y mujeres de su generación que están demostrando no menor
preparación, sin llevarse las manos a la cabeza pensando sólo en los
intereses particulares, como si este país de nuestros amores fuera la
finca privada de unos pocos, sin los cuales, piensan ellos, el
diluvio..., y de diluvio nada. Y añadir, para terminar, que tenemos que
exigir de los mejores como así quería Aristóteles a los líderes
políticos, tanto si son jóvenes como si tienen muchos años: lucidez,
honestidad, transparencia en sus asuntos y no digamos en lo que se
refiere a los demás, sencillez, cercanía y pasión, convertida en
hechos, por las cosas del buen gobierno de su país. ¡Qué menos!
domingo, 6 de julio de 2014
VIEJOS Y JÓVENES
Publicado por ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ en 9:22
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