martes, 13 de mayo de 2014

A LA SOMBRA DE LOS MEJORES XL


DIGUEM NO

Con motivo de las actuaciones de Raimon, en el Palau de Sant Jordi de Barcelona, el escritor Manuel Vicent escribía su columna dominical dedicada a Raimon en la que rememoraba su figura y alguno de sus mensajes más famosos y celebrados y llegaba a decir lo siguiente que me ha llamado poderosamente la atención:

“El espíritu del no es el que educa al niño contra cualquier capricho, el que afirma la personalidad del adolescente frente a la primera tentación, el que hace libre al joven ante cualquier estupidez, el que impide al viejo bajar los brazos ante la adversidad”.

Y como quiera que con harta frecuencia he apostado, y lo sigo haciendo, por el sí, en la línea de Al vent, conviene no olvidar el otro grito de Raimon: Diguem no, y ese párrafo espléndido del escritor valenciano, que alargo a mi aire.

Se educa fundamentalmente con el sí, que significa valoración, refuerzo, apoyo a la necesaria autoafirmación, sin los cuales el niño crecería enclenque sin la fuerza que se requiere sobremanera al inicio del crecimiento, y de igual forma a lo largo de toda la vida; ay de nosotros si nadie pasa a nuestro lado, nos refuerza y nos alienta a continuar caminando por el camino elegido, pero sobreabundando en la idea de Vicent deberemos aceptar que si queremos educar en los primeros años, junto al sí es imprescindible el no, contra los múltiples caprichos que están a la orden del día y de los muchos deseos que le rodean al niño, que siempre está queriendo la luna y no se le debe dar, por mucho que llore y patalee; de igual forma al adolescente y al joven en donde se construyen los cimientos de la personalidad y ante toda encrucijada es bueno, justo y necesario indicar y enseñar a decir sí y saber elegir, pero también a decir no, para rechazar lo incorrecto y tantas veces torcido, porque nos va la vida por delante; y no digamos las veces que hay que seguir alentando en la vejez, valorando toda la cosecha recogida a lo largo de los muchos años y su oportuna celebración, pero el no, asimismo, deberá estar presente para que NO se arroje la toalla, NO se bajen “los brazos ante la adversidad”, NO se siga mirando en exclusividad y excesiva nostalgia al pasado, NO a la condena a todo lo joven, por serlo, y más, mucho más, cuando va adornado y acompañado de otros muchos valores; NO a cerrar las puertas al futuro que está a la espera y dure cuanto dure es importante vivirlo con intensidad y pasión; y que NO todo el pasado fue mejor y el monte orégano; NO, NO y NO.

Y no a todo aquello que cantó y sigue cantando el gran Raimon:

No,
yo digo no,
digamos no.
Nosotros no somos de ese mundo.

No al miedo: ley para todos; no a la sangre, que solo hace sangre; no al hambre, ese pan de cada día de los que no tienen pan; no a la prisión para quienes nunca debieron entrar, por la simple razón de ser inocentes... y bajando al momento más actual: NO a los cínicos, NO a los indecentes, NO a los corruptos, NO a los sinvergüenzas; NO a los lenguaraces, NO a los que hacen de la banalidad su bandera..., a quienes quizá les dedique no tardando alguna entradilla de éstas mías.

Y en la medida de que nos lo digamos a solas, a dúo y en colectivo, y lo cantemos, nos haremos fuertes para poder decir, convencidos y con todo derecho, que NOSOTROS NO SOMOS DE ESE MUNDO.

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