¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!
Luis de Góngora
Perdemos mucho tiempo en ocuparnos de aquello verdaderamente accesorio,
me refiero a todo aquello que revolotea a nuestro alrededor, unos más,
unos menos, porque existe una malsana curiosidad de estar siempre en
todos los corrillos, cenáculos y foros, amén de todo lo que pasa en
nuestro entorno en donde aunque no nos
hayan dado vela en el entierro ardemos en ansias de estar interesados en
lo que allí se cocina, olvidándonos de centrarnos en lo que estamos y
con quien estamos.
Pasa con esa maldita costumbre, que ya es más que
epidemia, de atender y estar ocupado y excesivamente entretenido con
los móviles, y no digamos con los whatsapp, sin prestar la más mínima
atención con quien se está, se conecta así con otros colegas o amigos
lejanos y quizá cuando se esté con esos mismos se caiga en la misma
falta de elemental cortesía y educación y conecten contigo. Se lo dije
un día a un buen amigo, entre bromas y veras: seguro que cuando estás
con ellas te dedicas a estar conmigo, o con otros, da igual. Y se pierde
la ocasión de profundizar y disfrutar de la cercanía con los primeros y
con los segundos. Pareciera como si lo que nos mueve es no estar donde
hay que estar.
... Y pasa el tren y no estamos en la estación y
lugar donde debemos hallarnos: saboreando, contemplando, degustando,
acariciando, profundizando,...
Pasa... y dejamos en última y
primera instancia el privilegio de aprovechar, degustar y vivir con
intensidad el instante efímero e irremplazable. Y se nos va la Pascua,
que decía el gran Góngora:
Letrilla que recrea el clásico Carpe diem y termina así:
Por eso, mozuelas locas,
Antes que la edad avara
El rubio cabello de oro
Convierta en luciente plata,
Quered cuando sois queridas,
Amad cuando sois amadas,
Mirad, bobas, que detrás
Se pinta la ocasión calva.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!
La sustancia del poema es la brevedad de la vida, tema y asunto en los
que no acabamos de percatarnos porque andamos a brevas, llenos de
cachivaches, atolondrados y mariposeando sin ahondar en lo que realmente
merece la pena. Tal es así que hace unos días hice el firme propósito
de enmendarme, y cantarme, al oído, con frecuencia: ¡que se nos va la
Pascua...!, con Góngora; y con Whitman: No permitas que la vida te pase a
ti sin que la vivas; y de nuevo con Góngora, el fabuloso soneto que
comienza así: Mientras por competir con tu cabello; y con Garcilaso de
la Vega, otro incomparable soneto que arranca con este verso: En tanto
que de rosa y azucena; y con Francisco Brines, el poema que empieza con
este verso: Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama, titulado:
Collige, virgo, rosas de su libro, El otoño de las rosas; y todos
bebiendo de los clásicos: Carpe diem de Horacio y virgo, collige rosas
(recoge, doncella, las rosas) del poeta latino Ausonio, de donde vino
todo lo demás.
A lo que íbamos, que hay que estar ocupándose del
momento preciso, ahondando, respetando al que tenemos delante y dejar de
mariposear tanto perdiendo triste y un poco tontamente el tiempo.
domingo, 20 de abril de 2014
¡QUE SE NOS VA LA PASCUA! XXXVI
Publicado por ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ en 7:25
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Bueno, Ángel, a parte de estar, desde mi fé, en plena Pascua Florida, siempre crucial,decisiva y feliz estoy plenamente de acuerdo con tu comentario.
¿Puedo añadir otros versos de Pedro Casaldáliga que abundan en el mismo tema?
Ahí van:
HABLEMOS DEL TIEMPO, HERMANO
Hablemos del Tiempo, hermano,
antes de sea ido
lo que pudo ser humano.
Antes de que sea en vano
llorar un día perdido,
un surco sin nuestro grano,
un canto sin nuestro oído,
un remo sin nuestra mano.
Hablemos de la tarea
de nuestra caducidad,
que es hacer que el Tiempo sea,
todo él, Eternidad.
Con cariño y, a tu manera y mi manera:Feliz Pascua
Muchas gracias por seguir ahí, por los preciosos versos de Casaldáliga y por ese a tu manera y mi manera, que desde hace tiempo utilizo mucho desde el máximo respeto.
Un abrazo
Publicar un comentario