domingo, 6 de octubre de 2013

A LA SOMBRA DE LOS MEJORES V


“Una no puede dejarse llevar,
hay que ser frías, hay que ser duras de corazón...
... Sí, hay que dejarse llevar simplemente,
no hay que ser frías, no hay que ser duras de corazón.
¡Tantas cosas tenían que pasar!
No se podía ya decir «no».
Balada del no y del sí, Bertolt Brecht

Es difícil encontrar un discurso poético con tanta fuerza y fina ironía como el que encierra este extraordinario poema de Bertolt Brecht, en el que se da todo el poder de decisión a la mujer. Una mujer con un empoderamiento (término muy en boga en la actualidad) ejemplar. Ella es quien decide, sobre ella y su cuerpo, y el hombre buscón empedernido, mosca cojonera y sobona, debe saberlo: antes, en y después...
Esta es la historia:
Una no puede dejarse llevar... tanto si tiene dinero, como si es bien educado, lleva camisa limpia y sabe a una señora tratar. Hay que ser frías, hay que ser duras de corazón. Y dejar claro que una es quien decide.
Y van llegando: un hombre de Kent, como un hombre tiene que ser; otro con muchos barcos en el puerto, fieramente enamorado, con dinero, camisa limpia y buenos modales... Pero no les dejé pasar de la raya... ¡Cuántas cosas podrían pasar! Solo se puede decir no, sin más. Porque una es quien decide.
... Más un día, un hermoso día azul... suspense...
... Llegó uno que ni tenía dinero, ni siquiera era bien educado, ni tenía modales, ni camisa limpia en días de fiesta, ni sabía tratar a una señora.
¿Qué pasó?
A él no le dije “no”. / No tuve la cabeza alta / ni sentido común.
Pasó lo que tenía que pasar, lo que debía suceder desde la mayor de las libertades y de la mejor de las decisiones: cuando es una la que escoge y decide con total libertad y es, entonces, cuando suceden las cosas maravillosas de la vida con la naturaleza amiga de testigo:
“Ah, brilló la luna en la noche,
y la barca atada a la orilla quedó,
pero fue inevitable pasar de la raya.
Sí, hay que dejarse llevar simplemente,
no hay que ser frías, no hay que ser duras de corazón.
¡Tantas cosas tenían que pasar!
No se podía ya decir «no».
¡No tiene desperdicio!

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