Es bien
conocida la escena. Subía Jesús a Jerusalén y el entrar en el templo vio cómo
mercaderes y cambistas hacían sus negocios en el lugar más inadecuado. Aquello
no le gustó y con las primeras cuerdas que encontró hizo un látigo que usó para
expulsarlos a todos: “Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los
vendedores... Y les enseñaba: «¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada
Casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis convertido en
una cueva de ladrones».
Esta noche me
he despertado y me pareció estar soñando con esta escena. Poco después ya no
sabía si seguía soñando, estaba en duermevela o totalmente despierto dándole
vueltas a la escena y la situación
actual que nos invade, nos martiriza y nos indigna.
Y no seré yo
quien sostenga que la democracia es una cueva de ladrones, porque lo otro es
mucho peor, pero la verdad verdadera es que, llamémoslo situación actual, nada
desmerece, incluso lo empeora, del escenario con el que se encontró Jesús de
Nazaret. De norte a sur y de este a oeste, más o menos, pero más que menos,
tanto en la política, como en la banca y en la empresa, nos encontramos con
algunas cuevas ¿de ladrones? que sería necesario expulsar del templo laico y
obligarlos a estar entre rejas hasta que devuelvan hasta el último céntimo
robado, y quien se lo llevó de muy malas maneras, aun en el caso de que no
fuera delito, igualmente que lo devuelva y que se aleje lo más posible de la política
y el dinero de muchos.
En un reciente
escrito el catedrático de historia contemporánea, Julian Casanova, nos recuerda
cómo en la Restauración, finales del XIX y comienzos del XX, ya Costa habló del
binomio oligarquía y caciquismo que
se generalizaría durante la dictadura de Franco “haciendo de España su
particular cortijo”. Más aún, apunta el historiador de la Universidad de
Zaragoza, “lo que ocurre en la actualidad convierte en minucia a las
corruptelas del pasado” y así asistimos entre la indignación y la impotencia
“al hecho de que la democracia actual, lejos de liquidar esa práctica, la haya
agrandado” y la corrupción campa por sus fueros al servicio del más sinvergüenza.
Notas
no tan al margen:
1.- No es de recibo que Mariano Rajoy en su comparecencia
en el Congreso nos diga que no va a dimitir porque no se siente culpable, pues
aun cuando no lo sea jurídicamente lo es políticamente, porque es el
responsable de elegir a Bárcenas, y durante 20 años de fechorías (lo dicen ya
ellos mismos) mirar para otro lado y haberlo tratado como lo ha hecho hasta
hace solamente unos meses. La única salida es irse a su casa (lo mismo que
otros líderes y no tan líderes) y dejar el templo de la democracia a salvo de
chorizos, chupópteros, corruptos... y de quienes teniendo que actuar no lo
hacen.
2.- El
Doctor Owen, que fue ministro de Asuntos Exteriores y de Sanidad del Gobierno Británico,
ha estudiado en profundidad el cerebro humano y habla con evidente conocimiento
de causa del que define como "síndrome de hybris", un
"desorden de personalidad" que consiste en el paulatino aislamiento
de los poderosos, más intenso cuanto más poder ostentan, que les lleva a un
cambio de carácter y hasta de personalidad. Cita del periodista Juan Ramón
Lucas, quien sigue comentando refiriéndose a Rajoy: “Se tornan
arrogantes, insensibles, sordos a críticas o correcciones, no aceptan los
fracasos, pierden el sentido de la realidad y se alejan de los ciudadanos hasta
despreciar los estados de opinión pública cuando les son adversos”. Fin de la cita.
3.- Tiene
gracia, mucha gracia, que Cascos, Arenas y Cospedal no recuerden apenas nada y que
no le conste casi nada. Tiene gracia, mucha gracia.
Pues eso. Pero
si quieres podemos hablar de Gibraltar para jugar al despiste y marear la
perdiz.
1 comentario:
Primera parte: ¿Qué le pasó a Jesús (Garzón) por expulsar (intentarlo) a los mercaderes del templo (gürtel)? Pues eso.
Segunda parte: ¿creen ustedes que descubrir a un delincuente después de 20 años de convivencia no tiene su mérito? Pues ya está, ¿encima queréis decir que Rajoy debe sentirse culpable? Eso sólo se les ocurre a los de las entendederas muy disminuidas, o sea… a mí, que es como me ven esta cuadrilla de… que cada uno ponga el calificativo correspondiente.
Para los de buena voluntad un abrazo. Ah, y sigamos el día a día con el tema Gibraltar que, después de trescientos años esta es la hora justa
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