Ha sido un acierto
total la lectura colectiva de la novela epistolar titulada JUEGO DE CARTAS. Barajamos, cortamos y repartimos tres cartas a
cada participante del taller y, a la vez, jugador, claro está. Un placer
literario.
Hicimos una breve introducción del gran escritor del
exilio Max Aub, (París,
2
de junio de 1903
– Ciudad de México, 22
de julio de 1972)
un escritor hispano-mexicano)
escritor sin público, ciudadano sin país,
como le llamó en su día Antonio Muñoz Molina al que siempre ha tenido en alta
estima y del que ha dicho que es uno de los grandes heterodoxos de nuestras
letras. “Irónico, lúdico, de la novela al teatro, de los diarios a la historia ficción,
del cuento al anecdotario, su obra nunca decepciona”. Y es Muñoz Molina
quien ha hecho más para que se le conozca y se le valore en toda
su extensión. Un escritor, Max Aub, de convicciones profundas. Una de ellas fue
que la vida y las alegrías había que disfrutarlas siempre que se pudiera.
Escribió la
mayor parte de sus obras en México, entre las cuales destaca la serie de seis
novelas —una cumbre narrativa sobre la Guerra Civil Española— que
lleva el título general de El laberinto mágico. Está formada por Campo
cerrado (1943),
Campo de sangre (1945),
Campo abierto (1951),
Campo del Moro (1963),
Campo francés (1965)
y Campo de los almendros (1968). A ellas se suman dos grandes novelas: Las
buenas intenciones (1954) y La calle de Valverde (1961).
Pero es en Juego
de cartas donde aparcamos la sesión con su lectura y posterior debate y
comentario de lo que a todos y cada uno nos pareció:
De sumo interés
por su carácter innovador, vanguardista, original y de gran complejidad a pesar
de la aparente sencillez de la trama y la estructura de la novela, que se centra
en Máximo Ballesteros que, tras su muerte, da lugar a 106 cartas que se
escriben entre quienes le conocieron. Aunque como en todo juego se indica que debe haber un
ganador y que será quien adivine quién fue Máximo Ballesteros, descubrimos que
es solo un truco literario porque es imposible saber a ciencia cierta los
verdaderos rasgos de la personalidad del personaje, dadas las tremendas
contradicciones de todos los que le pasaron a su lado, de los que sabemos con
mayor exactitud sus perfiles, descritos con la genialidad propia del maestro en
esas lides que era Max Aub. Y sí nos damos cuenta del retrato que nos hace de
la sociedad, en general, de su tiempo, y como algún crítico ha apuntado
certeramente la suma de visiones contrapuestas eleva al personaje y le
convierte en emblema del ser humano: un enigma, y enigma a su vez de la
historia española y de las relaciones humanas. Estamos de nuevo ante un
laberinto aunque de distinto cariz que el que reflejó y dejó plasmado en las
seis novelas que componen su Laberinto mágico.
Leí días antes
en solitario el Juego de Cartas,
como preparación a la lectura que podríamos tener en el taller y no es comparable con la lectura y el placer
producidos de forma colectiva, haciéndolo como si fuera un juego, que lo es, pero
todos nos percatamos de que es claramente mucho más. Día grande en el taller y
muy sabroso.
Ah, y gracias,
Mª Jesús Prieto, porque tuya fue la idea y tuyas las cartas, te las devolveré
con el rosario de mi madre.
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