martes, 30 de abril de 2013

MAX AUB EN EL TALLER DE ESCRITURA CREATIVA




Ha sido un acierto total la lectura colectiva de la novela epistolar titulada JUEGO DE CARTAS. Barajamos, cortamos y repartimos tres cartas a cada participante del taller y, a la vez, jugador, claro está. Un placer literario.
 
Hicimos  una breve introducción del gran escritor del exilio Max Aub, (París, 2 de junio de 1903Ciudad de México, 22 de julio de 1972) un escritor hispano-mexicano) escritor sin público, ciudadano sin país, como le llamó en su día Antonio Muñoz Molina al que siempre ha tenido en alta estima y del que ha dicho que es uno de los grandes heterodoxos de nuestras letras. “Irónico, lúdico, de la novela al teatro, de los diarios a la historia ficción, del cuento al anecdotario, su obra nunca decepciona”. Y es Muñoz Molina quien  ha hecho más  para que se le conozca y se le valore en toda su extensión. Un escritor, Max Aub, de convicciones profundas. Una de ellas fue que la vida y las alegrías había que disfrutarlas siempre que se pudiera.

Escribió la mayor parte de sus obras en México, entre las cuales destaca la serie de seis novelas —una cumbre narrativa sobre la Guerra Civil Española— que lleva el título general de El laberinto mágico. Está formada por Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945), Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo francés (1965) y Campo de los almendros (1968). A ellas se suman dos grandes novelas: Las buenas intenciones (1954) y La calle de Valverde (1961).

Pero es en Juego de cartas donde aparcamos la sesión con su lectura y posterior debate y comentario de lo que a todos y cada uno nos pareció:

De sumo interés por su carácter innovador, vanguardista, original y de gran complejidad a pesar de la aparente sencillez de la trama y la estructura de la novela, que se centra en Máximo Ballesteros que, tras su muerte, da lugar a 106 cartas que se escriben entre quienes le conocieron. Aunque como en  todo juego se indica que debe haber un ganador y que será quien adivine quién fue Máximo Ballesteros, descubrimos que es solo un truco literario porque es imposible saber a ciencia cierta los verdaderos rasgos de la personalidad del personaje, dadas las tremendas contradicciones de todos los que le pasaron a su lado, de los que sabemos con mayor exactitud sus perfiles, descritos con la genialidad propia del maestro en esas lides que era Max Aub. Y sí nos damos cuenta del retrato que nos hace de la sociedad, en general, de su tiempo, y como algún crítico ha apuntado certeramente la suma de visiones contrapuestas eleva al personaje y le convierte en emblema del ser humano: un enigma, y enigma a su vez de la historia española y de las relaciones humanas. Estamos de nuevo ante un laberinto aunque de distinto cariz que el que reflejó y dejó plasmado en las seis novelas que componen su Laberinto mágico.

Leí días antes en solitario el Juego de Cartas, como preparación a la lectura que podríamos tener en el taller  y no es comparable con la lectura y el placer producidos de forma colectiva, haciéndolo como si fuera un juego, que lo es, pero todos nos percatamos de que es claramente mucho más. Día grande en el taller y muy sabroso.

Ah, y gracias, Mª Jesús Prieto, porque tuya fue la idea y tuyas las cartas, te las devolveré con el rosario de mi madre.

No hay comentarios: