domingo, 21 de abril de 2013

EL FUROR DE LAS PALABRAS




La utilización de los eufemismos (el último, llamar a la emigración de los jóvenes movilidad exterior) a los que nos tienen acostumbrados muchos de los políticos actuales, ya ha sido más que suficiente para embarrar el patio vecinal, pero la ferocidad, ignorancia y banalidad en el uso de las palabras  nos colocan en lo más alto de los desfiladeros, porque luego viene lo que viene y es una escalada de azufre y gasolina sobre el incendio puesto en marcha. Y para advertirlo no hace falta más que echar un vistazo a las redes sociales cuando se responde con barbaridades e insultos a las barbaridades y ferocidad de algunas manifestaciones verbales.

Porque decir que los escraches son puro nazismo es además de una inmensa barbaridad supone una ignorancia absoluta de lo que supuso aquel movimiento ideológico alemán como fue protagonizar una de las mayores tragedias del mundo moderno, el genocidio de seis millones de judíos.

Porque decir una y mil veces, una  vez un  obispo, y muchas más otros, otra vez sus acólitos y alguna que otra algún tertuliano despistado... así, hasta el hartazgo de muchos miles y millones que no lo ven así, sobre el aborto como el holocausto nazi, y el matrimonio homosexual el ataque más furibundo a la familia, no es más que utilizar una ideología y una moral, que pueden tener sus adeptos, a quienes se les respeta, pero no sus ideas que deben ser debatidas, y les exigimos, igualmente, un respeto hacia quienes piensan diametralmente opuestos a ellos. Y su moral si quieren imponérsela a sus seguidores, puede que estén en su derecho, puede, porque hay muchos de esos seguidores que manifiestan abiertamente otra moral, pero en ningún caso pretender en una democracia que se legisle y se gobierne bajo su mandado y a la sombra de sus sotanas, nos lleva a un nacionalcatolicismo de infeliz memoria y a no respetar un estado aconfesional que nos hemos dado todos los españoles.

No lo olvides nunca: cuando arden hectáreas y hectáreas en incendios forestales debe buscarse la raíz del desaguisado infame y a los posibles culpables, si es intencionado. Saca la conclusión: cuando se incendia la calle atrozmente, banalmente, insensatamente, lo elemental y lúcido es buscar la raíz y hacer que caiga la ley sobre los culpables, sin desculpabilizar a quienes comienzan y siguen  y siguen echando leña al fuego.

Qué quieres, no me parecen nada bien las palabras gruesas contra nadie, pero me molestan e irritan infinitamente más las barbaridades dichas por personajes de la vida pública que está obligados a guardar las formas mucho más y ser ejemplo de buen hablar, saber ser y mejor convivir y, además, son los que comienzan el aquelarre, para más inri.

2 comentarios:

El pastor de... dijo...

La “señora” esta pronto saldrá diciendo que las personas que no tienen para comer es que están haciendo dieta de adelgazamiento (…) Permíteme que no siga.
Pero déjame que desde tu blog les diga a esta gente -porque parece que no lo saben-: un rebaño de ovejas hambrientas es imposible de controlar ¡te pueden arrollar! Y, cuando menos lo piensas, te arrollan.
Un abrazo a todos seguidores y seguidoras del blog.

Anónimo dijo...

La palabra es un arma, la más poderosa, pero tengamos cuidado porque hay armas de destrucción masiva, como palabras que sólo dejan desolación y frustración.

Si nos hablan como a perros, ladraremos, y si a pesar de ladrar, nos siguen tratando con su violencia verbal, como a perros, acabaremos mordiendo.

Óscar