Foto de Gaudencio Busto
“La centenaria gatera, y su puerta de madera, cedieron al empuje
del tiempo”, escribe mi amigo el Pastor de Camporredondo como pie de foto a su
nueva-vieja gatera.
Para que no nos olvidemos de que la mirada a ras de suelo es necesaria
en tiempos modernos, recordando una vez
más el verso con el que iniciamos esto pies de foto a las gateras: “Si las
casas no tuvieran ventanas nos asomaríamos por las gateras”, de mi admirado Juan Carlos Mestre, porque
nos hemos olvidado de las cosas pequeñas que siempre nos hicieron más felices,
seguro que mucho más que los juguetes supersónicos que regalamos a nuestros
hijos y nietos. Gritamos demasiado y echamos fuera de nosotros el silencio
humilde de los que están abajo. Saludamos con más atención, devoción y servilismo
a los grandes y poderosos que a los que van por el mundo sin hacer ruido y que tienen lo que tienen,
apenas nada, ni poder, ni dinero, ni ansias de llegar a las estrellas.
Necesitamos con urgencia algunos de los valores que nuestros antepasados
nos dejaron como la mejor de las herencias, y entre ellos: la mirada a la
tierra, al crecimiento lento de los trigos y los terneros, a la naturaleza
callada y sabia que sigue impertérrita su ley, a saber distinguir el gato de la
liebre y quien solo saber contar cuentos y mentiras por mucho prestigio,
erudición y parafernalia que lleve sobre sus hombros.
La nueva gatera nos habla de cómo algunos modernos han aprendido los
usos y costumbres de los viejos y los han copiado. Y los gatos siguen prestando
un servicio en las casas y dependencias anexas, así como acompañando algunas
soledades.
1 comentario:
Bienvenido -de nuevo- a esta tú casa. ¡Ya era hora, coño! ¿qué suena mal? ya lo sé, pero da mucha alegría. Volveremos a encontrarnos.
Un fuerte abrazo.
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