jueves, 23 de agosto de 2012

SE HAN IDO TODOS, pero ¿a dónde? 2


 
Primera lectura nostálgica:

Se han ido todos. Resistió el último vecino del lugar, unos años, rodeado de perros y gatos. Hasta se esmeró en reforzar la gatera que con  el paso del tiempo, no tanto como del paso de los gatos, se venía abajo. Y ahí está, mudo testigo de un tiempo que ya no vuelve porque acaso se le trató muy mal. ¿Era necesario el abandono de los pueblos de esa manera irracional y sin compasión alguna? ¿Fue la solución mejor el hacinamiento en las ciudades del cemento, la apatía vecinal y el sobresalto del desconcierto?
Se han ido todos. Pero ¿a dónde? Porque probablemente... seguramente... ¿qué digo?, con toda certeza, perros y gatos nunca debieron irse de su hábitat más humano y racional.
Se han ido todos, no quedó ni un solo gato, solo yace la gatera remendada como un grito en el silencio del tiempo que se fue.

Segunda lectura realista:

Se han ido todos porque tenían que irse a probar fortuna en otro lugar. Este ya dio de sí lo que tenía que dar. Desde la distancia casi infinita de las estrellas todo es más relativo y morir a los 14, 33 o 95 no es tan trascendental, porque lo que tiene densidad son los momentos de esplendor que se reducen mucho y no va más allá de recibir un beso cuando se está llorando, una mirada ensimismada a una escena de cine, un cuadro, a tu bebé cuando duerme, rescatar del pozo real o no menos real de la depresión a un amigo, o si prefieres: instantes de bondad, belleza, amores sueltos o bien atados..., y queda la puerta abandonada que se cae a trozos y te trae la figura indeleble y entrañable del abuelo, una humilde gatera fortalecida, unos cardos borriqueros donde crecían recias las cebadas...
Nacen unos, desaparecen otros, tanto individualmente como de forma colectiva formando pueblos, ley inexorable del vivir en este mundo: Nuestras vidas son los ríos  /   que van a dar a la mar  /  que es el morir,  pero no importa, porque el mar vuelve cada mañana a la playa a remojar los pies de los que viven y tienen bellos sueños.

Tercera lectura: la tuya...

3 comentarios:

El pastor de... dijo...

Poquito a poco, que es donde entraña el mayor peligro, van desapareciendo las gateras, los gatos, los habitantes de los pueblos, los pájaros, los cangrejos, los peces de los arroyos, los mismos arroyos… Pero ¿por qué me ando con rodeos? Poquito a poco, del entorno rural va desapareciendo la vida. Sin embargo nuestros medios principales de subsistencia siguen viniendo del mismo sitio de donde venían en el principio de los tiempos.
Esto –dicen- es la consecuencia del progreso, pero… ¿estamos seguros de ello? ¿Progresar es degradar el mundo rural? ¿Progresar es ver como arden nuestros montes? ¿Progresar es que, en el inicio del incendio, no haya un hombre de campo con una simple pala para extinguirlo? Referente a esto último: es muy doloroso, para un hombre de campo, ver que, mientras el incendio progresa, llegan los llamados técnicos, tienden sus planos, estudian la forma de atacarlo, informan a sus políticos superiores mientras el fuego arrasa 140.000 hectáreas. Si señores, sigamos por esta forma de progreso que pronto llegaremos a la meta.
Perdón, perdón y perdón, no por lo que digo, si no por haber abusado de tu hospitalidad Ángel, pero créeme que tengo que hacer un enorme esfuerzo para no seguir.
Un abrazo

El pastor de... dijo...

Con la prisa, se me había olvidado algo que quiero decirte Ángel, a tí y a todos los que hacéis que la pluma corra con facilidad: asomaos, mirad a través de la gatera y contadnos lo que veis.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Gracias, amigo Pastor, ya sabes que esta es tu casa y es un placer leerte y ver cómo te explayas.
Eso estoy haciendo estos días: mirar a través de las gateras, incluidas las que me estás enviando. Ya llevo diez. Irán saliendo a su debido tiempo y cuando estén pulidas. Un abrazo.