No es un año de buena cosecha,
comentaban algunos aficionados hace unos días en el gimnasio, lo cual, a pesar
de los pesares, me quita un peso de encima, porque temía que la tentación de
tirar la toalla me viniera sin consideración alguna y sin remedio, y ya he
dicho otras veces que la toalla, lo aprendí de mi padre, no se tira por estas cosas, porque viniera
cosecha buena o mala él jamás la arrojaba, como la inmensa mayoría, por otra
parte, y cuando llegaba el otoño se ponía manos a la obra preparando la tierra
y todo lo relacionado con la sementera.
Pero sí, es un poco
descorazonador, que mimes la tierra, el pequeño y hasta diminuto huerto, que lo
contemples en su crecimiento y cómo van de día en día engrosando los tomates y
adquiriendo su color natural y veas que la mitad de las tomateras ha hecho huelga
y al paso que van no se estrenan. Aunque todo compensa cuando coges, como hoy,
el primero, y haces con él la mejor de las ensaladas, el toque carnoso y el
sabor a huerta te llenan la boca de un jugo que te hace recordar los tomates de
la pasada temporada y los mejores que has comido en tu vida. Nada que ver con
los insípidos de textura de plástico y piel acartonada.
Y está claro, quienes somos
aficionados a estas artes, por respeto a
la tierra y a los apasionados y buenos hortelanos que en el mundo han sido, no
sería bueno que por los contratiempos del tiempo y sus secuelas dijéramos adiós
al huerto por tan poca cosa, aunque nos fastidien esos leves accidentes.
Como metáfora de la vida no es
mala lección esta de aprender, asimilar, aguantar y propagar, y cuando llegue
la primavera volver a iniciar la reconstrucción del huerto, la plantación como
mandan los cánones de toda plantación y comenzar a contemplar los milagros de
la naturaleza viva.
Coda: Dicho lo
cual, debo añadir que lo de mala cosecha no va para mis amigos de Boecillo,
Margarita y José Ignacio, que ayer nos trajeron tres ejemplares inmensos de
peso y calidad, asegurándome que el resto de su huerto es así. Araceli y José, también
de Boecillo, me llamarán como todos los años para que pruebe los suyos y no
estarán peor que estos. ¡Qué envidia más sana me sube por la sangre! Y en honor
a la verdad debo decir que llevo comiendo tomates cherry, más de quince días, y
aunque sean enanos están estupendos.
3 comentarios:
Tamaña lección a propósito de tus tomateras... y lo de tirar la toalla ¡nunca!. Gracias amigo Angel por acompañar mi desayuno dominical con una ración de ánimo tan bien aderezada...
PUEDO DECIR QUE YO EN VIANA DE CEGA TAMBIEN TENGO UNOS TOMATES EJEMPLARES DE TAMAÑO Y SABOR, LAS TOMATERAS ENORMES Y CARGADAS DE TOMATES, NO QUIERO DAR ENVIDIA, PERO ESTAN ESPECTACULARES.
Pues me ha dado envidia, aunque no lo hayas querido. Y siempre hay tiempo para invitar, así ese maldito vicio desparecería.
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