sábado, 10 de marzo de 2012

IDOS E INHOSPITALARIOS



Foto de Enrique Salas

VENTANA 28

IDOS

¿En qué demonios estaremos pensando a veces y en qué estaremos, que necesitamos que almas atentas y hospitalarias, amigos del alma, amigas, nos saquen de nuestros ensimismamientos hueros?

Reenvié este mañana un vídeo a un montón de amigos y amigas que me pareció emocionante, y así se lo dije, sobre un regalo de bodas entrañable de unos hijos a sus padres ciegos, o mejor, cuatro regalos para que disfruten plenamente con los otros cuatro sentidos vivos que aún conservan. Pues bien, yo me quedé emocionado, sí, pero alelado también, ido a mis oscuros pozos de la ausencia, porque podría haber pensado en mis hijas o en mis padres o en ambos a la vez, tanto monta. Y se me fue, como tantas otras veces, el santo al cielo gris de lo insulso.

Y tuvo que venir mi amiga Mª Jesús, lista e inteligente como buena pensadora y filósofa, y sobre todo sensible, para recordármelo: “Si tus hijas te regalan algo así… me parece que no hay tela en todo el país para confeccionar pañuelos y baberos”, y acertó, pero yo estaba ido, mil gracias, Chus.

Y hubo de contestar a la velocidad del rayo, mi amigo Mauro, que lleva a sus padres tan en la piel y en sus adentros, que siempre los lleva puestos y mantiene vivos en su memoria, para soltarme lo incuestionable: “Muchas gracias, muy bueno y entrañable, me hubiera gustado hacerles lo mismo al señor Ilde y a la señora Elo” sus padres, y a la fuerza y con fuerza comencé a pensar en los míos, porque muchas veces lo he hecho desde el recuerdo y en homenaje a ellos sobre lo que más les gustaba y con todo aquello que les hacía felices. Mil gracias, Mauro, por estar al quite.

INHOSPITALARIOS

Cuenta Konrad Lorenz, premio Nobel de Medicina, una anécdota vivida por él que explica las diferentes sensibilidades ante la hospitalidad de quien vive en el medio rural y en el urbano:

“Cuando ya íbamos a sentarnos a cenar, sonó el timbre de la puerta, y yo exclamé enojado: ¡¿Y ahora quién será?¡ Ni aun cometiendo la mayor de las descortesías hubiera podido incomodar más a mis invitados. El hecho de que se respondiera a una inesperada llamada a la puerta de otra forma que no fuese con alegría, era para ellos un hecho escandaloso”.

Y lo considera el escritor y premio Nobel de medicina como uno de los males de la superpoblación y hacinamiento de muchas de nuestras ciudades más modernas.
¿Por qué tan idos y tan inhospitalarios?

1 comentario:

El pastor de... dijo...

¡Joder que padres! fue mi exclamación cuando pasé el video. Y como las lamentaciones no sirven para nada –así lo creo – y mi época de hijo hace rato que pasó, me limité a verlo desde mi actual expectativa de padre. Por eso mi exclamación, quería decir: ¡Cómo tienen que ser esos padres! Y es que estoy de acuerdo con el comentario de Mª Jesús que citas Ángel: si un día me ocurre algo parecido, por el arroyo de mi pueblo, seco desde hace años, volvería a correr el agua.

Un abrazo.