domingo, 22 de enero de 2012

LAS CORRESPONDENCIAS EN LAS ARTES Y EN LA VIDA

Existen en la vida en general y en todas las artes en particular y por ello podemos encontrar aroma, armonía y ritmo en un cuadro y en un edificio, música en un poema, arquitectura en una sinfonía o en un ensayo, unas y otras se reafirman en su idiosincrasia más genuina, pero no son ajenas a los múltiples lenguajes producidos por un intercambio divergente y enriquecedor. Por eso, qué bien, cuando encuentras a gente que traspira armonía, tiene la cabeza bien amueblada y, cuando habla, lo hace con una música de fondo que se agradece frente a tanta fanfarria y sonido hueco y faltón.

La ambición de Wagner se centraba en dar con el arte total y la correspondencia sinestésica de todas las artes: la música, la poesía, la pintura, la arquitectura, el drama y la danza.

Lo particular está en el todo y el todo se halla en lo más nimio e insignificante de las partes.

Cuando Claudio Rodríguez, uno de mis poetas preferidos, dice:
Quiero ser yo el árbol, no manifiesta sino el deseo más ambicioso de identificarse con lo que está contemplando, admirando y creando en el poema. No significa otra cosa, en el fondo, el final del famoso poema de Machado, A un olmo viejo. El poeta se identifica con la suerte del olmo y la esperanza siempre de una rama reverdecida.
… ¡Cómo
suenan la almendra, la manzana, el trigo!
¿Qué más? ¿Qué más? ¿Es que oiremos tan solo
después de tanto amor y de tanto fracaso
la música de la sombra y el sonido del sueño?

Los grandes poetas siempre nos sorprenden y se dejan ellos mismos sorprender por la música en la sombra y por las melodías en el sueño. Y no digamos esos versos de su primer libro, cuando aún no había cumplido los 18, con los que quedó ya para siempre como uno de los más grandes poetas del siglo XX:

Un concierto de espiga contra espiga
viene con el levante del sol
y el aire de hoy tiene su cántico.

Ya ves cómo suenan, en los oídos del poeta y en los nuestros, la almendra, la manzana, el trigo; cómo hay música en la sombra y en los sueños; cómo puede escucharse un concierto de espiga contra espiga (qué imagen más asombrosa) y cómo el aire de hoy tiene un cántico especial y nuevo, distinto seguramente del de ayer y del viento de mañana.

Y Ángel González cuando escribe una “Canción para cantar una canción”, va y dice:

Sobrepasa los límites
de la música. Tiene materia,
aroma, es como polvo de algo
indefinible, de un recuerdo
que nunca se ha vivido,
de una vaga esperanza irrealizable.
Se llama simplemente:
canción.
Pero no es solo eso.
Es también la tristeza.

Ahí está, la música, hecha materia, aroma, polvo, recuerdo, esperanza, tristeza.

O los dos tercetos del soneto excepcional de Juan Ramón Jiménez, Octubre:

Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno;

a ver si con romperlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

Todo está en todo y el todo se reparte en cada porción. Decía Baudelaire que “en el sueño contemplativo la personalidad desaparece y la objetividad se manifiesta de tal manera que la contemplación de los objetos exteriores os hace olvidar vuestra propia existencia y os confunde con ellos… Prestaréis al árbol vuestras pasiones, vuestro deseo o vuestra melancolía: sus gemidos y oscilaciones serán las vuestras, y muy pronto seréis el árbol”.
Si alguno de mis alumnos actuales de los talleres de escritura creativa ignoran por qué les mando hacer un poema bajo el título: Yo soy un árbol, ahí tienen la respuesta: En Claudio Rodríguez, en Machado, en Juan Ramón Jiménez, en Wagner.

7 comentarios:

Gloria Rivas dijo...

Ay qué bien empezar así la semana. Queriendo ser árbol.

jubilación viene de júbilo dijo...

¡Y seguir queriendo serlo a mediados de la misma semana!

Aunque no haya dado señales desde hace tanto y aunque sea tarde ya para decir con muchas ganas ¡Feliz año!

El pastor de... dijo...

Y yo que, de vez en cuando, también sueño, al despertar digo… sí, pero si no hubiera tantos leñadores.

Lo siento, pero es que me sale la vena rural.

Un abrazo.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Bienvenida, de nuevo, amiga "jubilación viene de júbilo" a este rincón en el que siempre te haremos sitio. Feliz año también para ti.
Un besazo

Gloria Rivas dijo...

Esta mañana de nieve y frío me he asomado a la ventana y me han mirado los árboles con ojos de querer ser humanos.

El pastor de... dijo...

Esta mañana, como cada mañana, me he asomado a la ventana y, como cada mañana, los árboles me han preguntado: ¿qué estáis haciendo los Humanos? Y, como cada mañana, cada tarde, cada noche, yo, avergonzado, he vuelto la espalda a la ventana.

Un abrazo.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

VENTANA 44

Los dos seguidores más fieles de mi blog, gracias, gracias, y entrañables amigos, un abrazo, han comentado lo siguiente:

“Esta mañana, como cada mañana, me he asomado a la ventana y, como cada mañana, los árboles me han preguntado: ¿qué estáis haciendo los Humanos? Y, como cada mañana, cada tarde, cada noche, yo, avergonzado, he vuelto la espalda a la ventana”. El pastor

“Esta mañana de nieve y frío me he asomado a la ventana y me han mirado los árboles con ojos de querer ser humanos”. Gloria

Así que me han animado-obligado a contestar.
Y como estoy, en lo que va de año, dedicado a escribir sobre LAS VENTANAS QUE DAN A LA VIDA, he escrito esta que hace la Nº 44:

Esta mañana, como cada mañana, me he asomado a la ventana y al ver cómo llovía se ha apaciguado mi espíritu, frente a las noticias sobre Camps, muerto y resucitado; el Jurado Popular, dios le tenga en su gloria; Urdangarín, qué no ha hecho este pobre-rico diablo; la subida de los impuestos, que no iban a subir; la lista imparable de los parados que encogen el espíritu y matan los brotes verdes y casi-casi toda esperanza…
Así que abrí bien la ventana para que entraran los buenos aires húmedos de la mañana y la cerré enseguida para que no sacaran lo peor de mí el ruido de la calle y los malos olores.