martes, 15 de noviembre de 2011

TÓCAME MUCHO



Comenzaba, en los comienzos de este blog, un artículo bajo el título NO TOCAR, NO BESAR, NO ABRAZAR, de esta guisa:

Era lo que nos faltaba, después de lo que nos ha costado salir tras aquel terrible y desasosegado “noli me tangere” (no me toques) de Jesús a la Magdalena que según algunos exégetas quería decir, conforme el texto original : deja ya de tocarme, no me toques más, y que los curas, que trataban de domesticarnos, nos lo repetían hasta la saciedad, llega ahora al compás de una pandemia, la gripe A, que tiene todos los síntomas de ser infinitamente peor la psicosis y el miedo que la propia enfermedad, sin hablar de lo que se comenta ya en muchos círculos, sobre los oscuros intereses económicos de algunos laboratorios, como ha ocurrido recientemente con otras epidemias...

… hoy, critico este absurdo mandato que trata de acongojarnos y acojonarnos: no toques, no beses, no abraces, no te toques, no te acaricies, no estornudes, no dejes de lavarte las manos doscientas veces al día, no corras, no bebas, no fumes, no salgas sin tu móvil… ¡que te den!, habría que decir como un respiro absolutamente necesario y liberador.

Alargo el discurso avalado por investigaciones recientes:

Me encuentro hoy con un reportaje titulado, precisamente así: TÓCAME MUCHO, en la revista “Muy interesante”, del que extraigo algunos datos de interés.

Lo intuíamos y, ahora, los científicos confirman y avalan nuestras tímidas percepciones.

Arranca con una negra noticia, que nos arrastra a la década de nuestros sesenta, de cómo un colegio londinense ha prohibido recientemente los abrazos y cualquier otro tipo de contacto físico entre sus alumnos, hasta sancionar a una chica adolecente por chocar los cinco con una compañera y otra colegiala de primaria es castigada sin recreo por abrazar a una amiga. ¡Ya les vale!

Y pasa a darnos las buenas noticias:

El roce hace el cariño, se nos dice, aunque ya nos lo decían nuestras abuelas, la verdad, y añade de manera científica, se agradece, que los gestos físicos de afecto liberan un tipo de hormonas que contribuyen a relajarnos y a sentirnos a gusto en compañía.

Investigadores de un hospital universitario en Suecia han llegado a la conclusión de que el cerebro humano está configurado para recibir abrazos y caricias.

En la Universidad de Virginia se ha demostrado con escáneres cerebrales que cuando alguien nos coge la mano se reduce el estrés.

Nos recuerda lo que todos sabíamos, por otra parte, y nos lo han repetido hasta la saciedad los psicólogos, que necesitamos carantoñas y arrumacos para sobrevivir, y de forma especial durante los primeros años donde se perfila todo lo que vendrá posteriormente, y un dato a tener en cuenta: algunas de Estas investigaciones han llegado a la conclusión de que muchas neuronas mueren cuando no se prodiga cariño físico al bebé y hasta puede dar lugar a lo que se conoce como enanismo psicosocial.

Una de las investigadoras llega a decir: “El hecho de pasear de la mano de nuestra pareja durante 10 minutos o, simplemente, ser obsequiados con un breve abrazo puede tener un efecto protector sobre el corazón al comenzar una dura jornada laboral”.

Otro investigador ha llegado a demostrar que tras un masaje nos volvemos más generosos y confiados y mejora la respuesta inmunológica al igual que el estudiante que recibe de su profesor una palmadita en el hombro se muestra hasta dos veces más dispuesto a salir a la pizarra que sus compañeros.

Lo oí hace muchos años y lo repito con frecuencia: Ay de nosotros si nadie a lo largo de nuestra vida nos dice alguna vez qué bien, qué majo, cómo me gusta eso que has hecho, qué estupendo eso que te ha salido, da gusto estar a tu lado… En la educación es claro que es necesario decir más de una vez NO, pero por encima de todo hay que decir SÍ y con mucha frecuencia dar más de un espaldarazo y fijarse más en lo positivo que en lo negativo y reforzarlo y valorarlo, y afecto, mucho afecto, y roce y caricias y abrazos.

Cuando lea el libro que recomienda la autora, Elena Sanz, del reportaje: El tacto. La importancia de la piel en las relaciones humanas de Asley Montagu, os cuento.

3 comentarios:

El pastor de... dijo...

No sé si en alguna de mis “conversaciones” con vosotros habré acertado a decir lo correcto, o mejor, lo que quiero decir. Pero de lo que sí estoy seguro de no equivocarme es cuando os digo…

Un abrazo.

Inblogformista dijo...

Por motivos como este amo la vida. Porque cada día trae consigo un maremagnum de posibilidades, de misterios, de desafios y satisfacciones. Como sentir una caricia complice y llena de ternura o difrutar de los benficios maravillosos de un abrazo, ya sea fisico o, como en el caso de tus letras,...virtual.
Quien me iba a decir a mi que despues de varias horas buscando por la red los rastros de mis ancestros, daría con un de Castro y que en sus letras encontraría un oasis con todo aquello que significa algo valioso para mi.
A sido un placer Ángel dar con tu blog. Te invito a otro abrazo virtual por mi parte en un Post del mío, que lleva por nombre El encuentro y versa,también, en torno a un abrazo.

http://wristol.blogspot.com/2010/03/el-encuentro.html

Andá! Se me olvidaba presentarme, pido perdón. Mi nombre es Víctor S.Tola, el nieto pequeño de Víctor Tola de Castro, que era cartero en Velliza cuando su vida le fue arrebatada en Tordesillas en el año 1936.
No se si seremos familia, pero nuestra alma comparte mucho más que lazos de sangre.
Un placer saber y disfrutar de gente como tú.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Me has dado una alegría enorme, gracias Víctor, por todo lo que dices, y que te devuelvo: también es un placer saber y disfrutar de gente como tú. Me acabo de asomar a tu blog y ya veo que tienes un alma de poeta, yo también hago mis pinitos, aunque lo mío es más la prosa, no sin ciertos ribetes poéticos casi siempre, o eso intento.
Gracias sinceras porque a partir de ahora podré asomarme a una ventana más desde donde contemplar la vida, y será un placer, estoy seguro, porque aunque no seamos familia tenemos el mismo apellido y muchas cosas más.
Un abrazo muy fuerte, extensible a mi gran amigo el Pastor, Gaude.
Ángel