domingo, 18 de septiembre de 2011

CUANDO EL VERANO SE VA…



Me gusta escribir sobre el final del verano y de paso sobre el paso del tiempo, tema recurrente como pocos. Hasta mi hija mayor, Inés, de treinta y tantos me comentaba hace unos días que entre sus amigas habían tratado el tema, dando a entender que ahora el tiempo es más veloz por algún extraño complot de los astros o agentes similares. Y le dije que lo que les pasa es que se van haciendo mayores sin querer y el tiempo se les va mucho más rápido. Se nos va de las manos como el agua de entre los dedos y más y más cuantos más años vamos cumpliendo, por lo que no hay más remedio que atinar y afinar la puntería del carpe diem, ya que el futuro se va adelgazando escandalosamente, el pasado aumenta en cantidad y en calidad, pero es pasado que no regresa por muchas vueltas que le demos a la manivela, así que nos queda este presente inaplazable, el día a día, para saborearlo como si fuera el último y aprovecharlo para dejar bien limpia la conciencia y el territorio que pisamos.

Y es en los últimos días de agosto y primeros de septiembre, cuando, como ayer y como siempre, me pongo a hacer planes para el comienzo del curso, porque quién dijo que para los jubilados en activo, como es mi caso y el de muchos otros colegas, no comienza un nuevo curso con nuevos planes, asignaturas que aprobar, clases y alguna lección que impartir y clases y lecciones a las que asistir y aprender.

Y libros y películas y paseos y debates y tertulias y vinos los viernes y cenas, algunos sábados, por aquello de la crisis y pasear la calle y perder hermosamente el tiempo cuando se contempla la vida pasar y a la gente que va y que viene de sus asuntos a sus afanes y el río que nunca se detiene y hasta hay veces que se desborda y nos paramos a comparar con otros años la subida y los pequeños o grandes acontecimientos domésticos y familiares y los nuevos encuentros, porque algún nuevo encuentro siempre nos depara la vida…ah, y el taller de escritura creativa, 2ª parte, que pergeño y va tomando un grosor considerable, porque puedo dedicarle más tiempo y posiblemente más pasión, ampliando plaza: además de seguir en el Centro Cívico de Huerta del Rey, un día al mes en Viana, como me han propuesto, y he dicho que sí, naturalmente. (A los que os pilla cerca, estáis invitados para compartir lo mejor de vuestras cosechas).

Cuando el verano se va…, pero enseguida llega el otoño de colores pleno y el invierno a la zaga con los encantos de un frío recio de Castilla que nos obliga a recogernos y darnos calor y cobijo…, pero volverá la primavera… y de nuevo el verano… y así sucesivamente…, primavera, verano, otoño, invierno… hasta que ya no lo contemos, ay.

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