sábado, 12 de marzo de 2011

CÍRCULOS VICIOSOS Y ENDIABLADOS

Es fácil detectar de dónde vienen los tiros, cuando la gente vocifera sin orden ni concierto o desde el sol que más calienta, y últimamente está a la orden del día esta maldita costumbre de echar fuego por la boca, sin pararse a pensar que el que está al lado es pariente directo del personaje al que están poniendo a caldo, o que puede pensar de forma radicalmente diferente y habría que escucharle detenidamente para calibrar sus argumentos y posibles razones de peso, pero no hay manera, porque no ha lugar, el griterío no permite ninguna duda ni clima adecuado para un debate sosegado e inteligente.

Es el círculo vicioso y endiablado que se ha creado. Los que hablan de esa forma son el eco de su amo, lo último que acaban de oír en tertulias destempladas o columnas que, en lugar de hacer pensar, vomitan todo cuanto en ese momento su bilis y sus vísceras les dictan, sin más tela que cortar y solo soflamas y dogmas que repartir como mandobles, con el curioso particular de que todos ellos sostienen que todo lo que comunican no es más que el sentir de las gentes y el latido de la calle.

Y así es como se va gestando y diseñando ese círculo endiablado del que no hay forma de salir. La contaminación tapona las puertas para hacer posible un debate racional, en donde mande el cerebro por encima de las vísceras y los sentimientos más primarios; templado, en donde se pueda discutir poniendo lo mejor de cada cual sobre la mesa, valorarlo, criticarlo, asumir lo bueno y criticar lo mediocre, sabiendo que es difícil que en el sí no haya algún no, y en el no algún sí, y que no suele encontrarse en la vida, a bote pronto, lo negro-negro y lo blanco-blanco, sino que en lo más blanco hay pinceladas grises y hasta negras y en lo negro algunos destellos del mejor blanco.

Pon tú los mil ejemplos de nuestra vida más cotidiana, del territorio de la política, la religión o lo social y te encontrarás a buen seguro con estos círculos en exceso viciosos. Y cuando vayas a cualquier bar y leas algunas columnas o escuches algunos medios verás cómo pululan estos círculos endiablados.

El escritor Tomás Val, que es un fino analista de la actualidad, ha escrito que somos “demócratas de taberna que repetimos como loros lo que oímos en las televisiones o las radios; apasionados opinantes de la nada, manadas de grillos cantándole a la luna mientras otros deciden nuestro futuro y el de nuestros hijos”.Demócratas de taberna, los unos y los otros, tanto quienes vociferan en los medios como los que cual papagayos recitan, sin cambiar una sola coma, el discurso vomitado unos instantes antes.

Ya lo sabes, si quieres ser demócrata de verdad y no de taberna, y pensar por propia cuenta, no recites sin la más mínima crítica la lección recién recibida, el artículo que acabas de leer o el mitin mañanero que terminan de darte. Una vez más te lo digo con el filósofo, y de paso me lo aplico, atrévete a pensar con argumentos y razones de peso, entre otras cosas, para que no se te vea tan rápidamente de qué pie cojeas y a qué banderín te enganchas con excesiva facilidad.

1 comentario:

Xoán González dijo...

¡¡¡Viva la maravillosa escala de grises!!! Y a pesar de nuestras peloteras de los martes, gracias por tu recomendación de lo importante de mantener una adecuada higiene mental: nunca como hasta ahora la información ha sido tan accesible y tampoco nunca nos ha costado tanto hacernos con una opinión propia y personal.