domingo, 19 de diciembre de 2010

CURA DE HUMILDAD - CURA DE ESTUPIDEZ

Suele suceder que sólo cuando te miras en el espejo de los demás, te ves tan al fondo de ti mismo que descubres en profundidad quién eres, hasta tal punto de obtener una cura de humildad que te puede durar toda la vida. Lo único que pasa es que difícilmente nos miramos en los otros, porque más bien sólo estamos pendientes de nuestro propio espejo y de lo que éste nos devuelve, nuestro rostro con alguna arruga de más que intentamos disimular, y al rictus avinagrado le colocamos rápidamente, aunque sea mientras nos contemplamos, una sonrisita más o menos descompuesta, más o menos amaestrada y tiramos por la calle de en medio, es decir, por nuestra más absoluta complacencia y nuestro más exquisito engreimiento.

Los poetas que suelen ver el fondo de las cosas, y mucho más allá de lo que solemos hacerlo los demás, dan en el clavo como de pasada y en un solo verso la respuesta a mil interrogantes o la constatación de lo más diáfano.

En un poema titulado Fotos de Onetti, del libro Quién mató a Kenedy y por qué, el poeta vallisoletano, Eduardo Fraile, nos cuenta poéticamente, claro, que leyó todos sus libros, y cómo, después de un desengaño amoroso, volvió a leer todas sus novelas, concluyendo: Me quité mucha importancia a mí mismo. / Y me curé de mi propia estupidez, tras la densidad de la realidad asombrosa del universo de Onetti comparada con su crisis de amor, aunque le pereciera un cataclismo estelar, y la hondura de toda la obra del novelista uruguayo.
Y Eduardo es un buen poeta, original y profundo, pero después de meterse entre pecho y espalda por segunda o tercera vez, que es cuando lo bueno se enriquece hasta el infinito y permanece por mucho tiempo en el almario y armario del lector, se da cuenta de la grandeza de Onetti, uno de los grandes entre los grandes, y era bien humilde, quizá por ser tan grande, y reconoce el poeta de nuestra tierra sus limitaciones quitándose importancia, cómo no, al lado de una pirámide y curándose para siempre de su propia estupidez.

Un solo ejemplo puede valer más que mil discursos, entresacado precisamente del discurso de Juan Carlos Onetti en la recepción del Premio Cervantes:

Comienza su discurso el escritor diciendo que no sabe hablar ni bien ni regular y que por eso habla poco en las reuniones de amigos y que por lo tanto mejor sería no decir nada. A pesar de lo cual se presenta con temerosa alegría y se dispone a hablar para manifestar de viva voz la profundidad de su gratitud a España y no se refiere precisamente al premio que le acaban de conceder sino a una forma de humanidad, de amistad, de cordialidad, de entendimiento que he encontrado aquí, y que dudo se prodigue en otra región de la tierra con tanta generosidad como en ésta…llegué a España con la convicción de que lo había perdido todo, de que sólo había cosas que dejaba atrás y nada que me pudiera aguardar en el futuro. De hecho, ya no me interesaba mi vida como escritor. Sin embargo, aquí estoy, unos cuantos años después, sobrevivido.Continúa Onetti, tras declarar que han sido muchas veces las que ha leído el Quijote, para atreverse a darnos su opinión personal sobre unos de los incontables valores de la obra de Cervantes y, en especial, el Quijote: su esencial libertad creativa e imaginativa que conquistan el terreno sin límites en el que germinará y se desarrollará toda la novelística posterior… el Quijote es, entre otras cosas, un ejemplo supremo de libertad y de ansia de libertad.

Pues eso, que habrá que regresar de forma frecuente y continua a la buena literatura para quitarnos importancia y curarnos de nuestra propia estupidez, como el admirado poeta Eduardo Fraile.

… y de paso Feliz Navidad y Feliz Año 2011, moderadamente felices, claro.

1 comentario:

Xoán González dijo...

Parafraseándote, en realidad, "los poetas suelen ver mejor que la mayoría el fondo de las cosas, y mucho más allá de lo que solemos hacerlo los demás...". Ojalá los poetas ocuparan el espacio y el tiempo de los materialistas, los excesivamente prácticos, los economistas, los políticos, los especuladores... y no pocos adultos sin capacidad de soñar e ilusionarse con fechas como la Navidad. Feliz Navidad a ti y a los tuyos.