sábado, 19 de diciembre de 2009

LA MUJER DE LOT

Miré atrás dicen que por curiosidad.
Mas, curiosidad aparte, pude haber tenido otras razones.
Miré atrás de pena por la fuente de plata.
Por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia.
Para no mirar más el cogote justo
de mi esposo, Lot.
Por la súbita certeza de que, si muriera,
ni siquiera se habría detenido.
Por la desobediencia de los sumisos.
A la escucha de la persecución.
Tocada por el silencio, esperando que Dios cambiara de parecer.
Nuestras dos hijas ya desaparecían detrás de la cima de la colina.

Wislawa Szymborska

Siempre me inquietó el texto bíblico, claro que similar a otros muchos del Antiguo Testamento, referente a la escena de la mujer de Lot convertida en estatua de sal, por el simple hecho de haber desobedecido los mandatos de Yavé. Y a medida de ir haciéndome mayor y crecer en edad, sabiduría y juicio propio he dado por supuesto que esa actitud no puede ser de Dios y no es correcto endosársela a Él, porque supone en el autor, responsable del texto y sólo él responsable, una mente enfermiza, beligerante y cruel y que denota, desde luego, nula comprensión y la más mínima empatía hacia el ser humano.
Por eso, al descubrir a la gran poeta polaca, premio Nobel de Literatura, Wislawa Szymborska, y este poema suyo del que he trascrito el inicio, lo he celebrado y degustado, como fruta sabrosa, su estilo irónico, nada retórico ni grandilocuente, pero que desde lo más nimio y cotidiano se eleva hacia lo más alto y cala hasta lo más hondo del pensamiento y los sentimientos.
Miré atrás dicen por curiosidad, y ¿alguien en su sano y buen juicio, ante ese simple hecho, como respuesta, puede atreverse a cometer un vil asesinato y convertirlo en estatua de sal por muy dueño de la vida que sea? ¿Cómo puede estar inspirado por Dios? No lo entiendo.

Pero esta poeta, seria y profunda, que no tiene pelos en la lengua ni un pelo de tonta, analiza la situación y busca más razones en este posible acto de desobediencia, que, acaso, ni lo fue, porque... mas, curiosidad aparte, pude haber tenido otras razones, naturalmente, las actitudes humanas son enormemente complejas. La sensibilidad fina de Wislawa, como buena mujer, contempla y valora el lado doméstico de toda mujer y su aprecio por lo cotidiano, el hogar, sus cosas, miré atrás de pena por la fuente de plata, y algo tan baladí, lo debería haber visto quien todo lo ve, pero no le echemos la culpa, ya he dicho que el responsable de ese incomprensible y hecho matón es del autor del texto, por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia, pudo no ser ni siquiera la curiosidad, sino simplemente atender al calzado desatado. Y pudo haber más, la mujer de Lot estaba de Lot, el justo, o podía estarlo, hasta las mismísimas narices, por atender a las voces del cielo que nacían en sus meninges y él sí que las obedecía sin la menor de las dudas, como verdades de fe inamovibles e inquebrantables y estaba harta de mirar al cogote de su marido que tan adelantado y a lo suyo iba que ni siquiera se detuvo a mirar cómo había quedado su mujer de perfil, después de muerta y bien muerta. Ella lo sabía de antemano, conocía bien al justo de Lot, y estaba convencida de que no miraría hacia atrás sucediera lo que sucediera. Como así sucedió. Si muriera, ni siquiera se habría detenido. Todo se hizo silencio, tocada por el silencio, dice la poeta Wislawa Szymborska, ya se sabe, tras la muerte el silencio de los justos y los pecadores desobedientes esperando que Dios, que nunca cambia, porque como Dios es el que es, inmutable, ni cambia de parecer. El último verso es bellísimo: Nuestras dos hijas ya desaparecían detrás de la cima de la colina, la mujer de Lot, aunque no tan justa como el justo de Lot, saca de la debilidad de la sal las únicas fuerzas que le quedan para mirar ¿a quién sin no? a sus dos hijas hasta verlas desaparecer.
El poema (nada que ver con un poema de igual título de la también gran poeta uruguaya Juana de Ibarbourou) sigue con otras dos largas estrofas con más belleza y dramatismo, si cabe. Merece la pena leerlo, releerlo y degustarlo sin prisas y haciendo pausas en cada palabra y en cada verso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamos a ver: ¿pudo ser que dios(con minúscula)quisiera pagar a Lot el sal-ario por los servicios prestados, por haberle obedecido, y al carecer de sal no se le ocurriÓ otra gracia que convertir a su mujer en sal? !Venga ya! Desde luego el autor del texto bíblico se cubrió de gloria.
...y el hombre creó a dios a imagen y semejanza suya.
AMÉN.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Y después de muchos caminos andados y desandados, de creencias, dudas e increencias, somos muchos ya en llegar a esa conclusión.
Gracias por tus comentarios y por saber que estás ahí, siempre.