domingo, 1 de noviembre de 2009

ÁGORA

No, no nos las teníamos todas con nosotros: una pareja de amigos, mi mujer y yo, cuando íbamos a ver la película, y eso que desde que se había comenzado a hablar de ella y a leer las entrevistas con el director y la protagonista había decidido personalmente verla. Pero salimos de la sala con todas las dudas y sospechas rotas y muy satisfechos, porque habíamos disfrutado viendo una gran obra. Y no sólo porque el tema es de los que marcan, trascendental para la convivencia del siglo IV y la de los comienzos del XXI, quizá eterno, como la vida del hombre en este planeta: los problemas de la fe y la ciencia, la tolerancia y los fanatismos, las debilidades y las fortalezas del ser humano, las traiciones y lealtades, sino por la belleza de las imágenes espectaculares, cuando el director, Alejandro Amenábar, convierte repetidamente a hombres y mujeres en hormigas enloquecidas corriendo sin rumbo, despavoridas, y en general por el guión, muy verosímil, pero sobre todo porque sostiene el interés, yendo in crescendo, hasta el final y por la dirección excelente de un director que ya ha dado señales de obras redondas y espléndidas. Se agradece el acercamiento a la historia con un tema que tristemente sigue siendo de actualidad en todo el mundo y el homenaje que toda la película ofrece a la mujer y en concreto a Hypatia, esa gran mujer, astrónoma, matemática y maestra, que cayó en manos de los fanáticos de entonces que tampoco toleraban las diferencias y el que alguien se decantara por la ciencia y su conciencia antes que por las creencias y los dogmas.
Y lo más importante, no es si el origen de la teoría heliocéntrica se debe a Hypatia por donde se decanta la película que está claro que no es una obra histórica, sino la importancia de una mujer científica en aquel tiempo y lo lamentable del fanatismo religioso tratando de anular la visión crítica y científica de una mujer con la violencia y el asesinato.
La película, ya digo, es extraordinaria y por ello yo me atrevo a recomendarla vivamente. Digo vivamente porque vivamente debe entrar en la vida de uno a través de los propios poros, si no caemos en el peligro, si no hemos caído ya, de convertir siempre lo que vemos, leemos y oímos en puro y duro entretenimiento, pasatiempo o dicho a lo llano y sincero en matatiempo.

2 comentarios:

Hutch dijo...

http://tembladeraldesilabas.blogspot.com/2009/10/amenabar-y-la-mandarina.html

Saludos.

Xoán González dijo...

Hola Angel... creo que lo que tu tocayo Angelus te intenta decir es que consultes el comentario a "Agora" en su blog... y escribas algo en él... es muy cumplido, culto y también inquieto como tú y seguro que iniciáis un diálogo muy enriquecedor... te lo aseguro.