lunes, 6 de abril de 2009

EL QUÉ DIRÁN



“He perdido parte de mi vida ahogada por la ansiedad que me provocaba lo que pensaran de mí”, Jeanne Moreau

Nada cómo ir por la vida de buscador de perlas, porque en muchos momentos, aun sin pretenderlo, te salen al encuentro, y eso sí, como el que eres lo sigues siendo aunque duermas o te despistes, el ojo se detiene con la rapidez del rayo cuando aparecen en todo su esplendor, y te regodeas de placer como un enano con el tesoro encontrado.

Esto me ha sucedido esta mañana con lo que un día dijera la famosa y admirada actriz Jeanne Moreau, que define y sintetiza de maravilla esa especie de enfermedad que nos atenaza y nos empequeñece como todo dolor y todo quebrando en una personalidad llamada a la salud y al equilibrio.

Creo que es de herencia y lo heredé en mi casa y en el caldo de cultivo más apropiado como es un pueblo pequeño en el que el más leve e insignificante no ya acontecimiento sino movimiento es escudriñado con los ojos de todos los vecinos, y basta un solo ojo para que la imagen corra como la pólvora de oído en oído hasta la casa más alejada del pueblo.

Mi madre no pudo liberarse de ese clima denso y dañino a lo largo de su larga vida y, sin quererlo, yo creo que también ayudó a tensar la cuerda, nadie se salva de la responsabilidad de decir sí a tiempo y muchas veces de gritar no en todo momento y lugar.

Y así crecí y así advierto que es enfermedad corriente y vulgar estar pendiente del qué dirán y de lo que pensarán de mí, porque importa la firme convicción personal de ir por la vida no haciendo demasiado caso a lo que digan de nosotros, porque siempre dirán y dirán y se contradirán, a no ser aquellos que de verdad intentan acercarse desde la compasión, la empatía y el deseo de echarnos una mano en el conocimiento de uno para que éste arrastre a la acción, e importa sobre manera la mirada penetrante de cada cual sin engaños ni tontos pasteleos, desde el análisis sereno, la autoestima sana y necesaria de hacer las paces con uno mismo y saber quedarse a solas con el amigo que lleva dentro que si es de verdad dirá las cosas sin rodeos y el cariño suficiente para no hacer daño.

Pero sí, es lamentable llegar como la actriz francesa a la cumbre de los años y darse cuenta de que perdió sin sentido el tiempo ahogada por la ansiedad que le provocaba lo que pensaran de ella. ¡Ay, qué moneda más corriente de nuestra vida cotidiana de aquí y de allá!


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