miércoles, 4 de marzo de 2009

UN PAÍS DE PANDERETA, CERRADO Y SACRISTÍA


Sucede a cada instante y a la vuelta de cualquier esquina en este nuestro país del alma, pero, ay, con harta frecuencia, de charanga y pandereta, cerrado y sacristía.

Probemos este aserto con sólo dos o tres hechos de aquí y de allá y de cualquier rincón que se precie de español y no digamos nacionalista, porque éste se salva aún menos de la quema.

Ocurre que tras la captura de los presuntos asesinos de terribles crueldades, y comprendiendo, hasta la angustia, el dolor de los familiares y amigos de la víctimas, personajes en manada vociferantes, dejando la razón a oscuras y con toda su visceralidad a flor de piel, piden en la calle, intentando anular al Parlamento y lo dictado en la Constitución, ley de leyes que todos nos hemos dado, la cadena perpetua y si se les deja un minuto más de locura colectiva desmedida la pena de muerte, ya puestos, quién pone dique y término al huracán de la furia humana y nos llevarían hasta más allá del Neolítico.

Pasa tras cada período electoral, y se entiende que los votantes, hartos de desmanes, prepotencia, desgobierno e ignorancia en grandes dosis de quienes están a años luz de acercarse mínimamente a un nivel medio exigido en calidad de hombres y mujeres de Estado, cambien el voto o salgan de la madriguera para votar a los más suyos; pero con la que está cayendo, acá y allá, de corrupción al por mayor, por mucho que se quiera esconder el dinero presuntamente sucio bajo colchones, las motos de altas cilindradas y millones de euros en paraísos fiscales, amén de sainetes de espionaje provinciano madrileño y un largo etcétera en la mente de todos…, esos mismos votantes, hartos ya digo, a la hora de acudir a celebrar el acto esencial de la democracia pasan, pasamos, al olvido cualquier desmán, toda tropelía y los sobornos, robos y prevaricaciones por docena en muchos ayuntamientos del solar patrio y pelillos a la mar o se manosea el sambenito de que todos son iguales sin sopesar que este exabrupto es un insulto insufrible, injusto y descarado.

Sucede con nuestra iglesia jerárquica, católica y romana, (no hablo de los creyentes que se juegan la vida y la dan con infinita generosidad) sensible al sexo y sus alrededores hasta el delirio y defensora a ultranza de la familia, conforme a sus gustos y su moral estrecha, a todas luces (porque la familia no se destruye sino que se transforma y cada día es más plural, se destruye como siempre cuando falla la esencia: el amor y la convivencia en paz, justicia y armonía), reacia a cuanto sea progreso y en lugar de estar a la escucha de los signos de los tiempos y anunciar la buena nueva de Jesús de Nazaret… se encierra a cal y canto en sus mohosas sacristías defendiendo no tanto a sus rebaños como a sus prebendas.

Sucede..., puedes seguir alargando el discurso y enumerando hechos similares. Piénsalo, pásalo.

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