miércoles, 3 de septiembre de 2008

QUE NOS QUITEN LO BAILADO, Y MEJOR, QUE NO NOS LO QUITEN

Siempre hemos utilizado la primera expresión con no poca frecuencia, pero no conocía la segunda hasta hace unos días dicha por uno de los futbolistas de la selección española de la Eurocopa, y nos gustó y nos dio que pensar, tanto a mí como al niño que va ya siempre conmigo.

Que nos quiten lo bailado como reivindicación de lo bueno que nos sucedió en el pasado ante la negrura del presente y las incertidumbres espesas del porvenir y, sobre todo, cuando a tu alrededor pululan los catastrofistas y apocalípticos de turno avinagrando el paisaje e intentando arrugar al paisanaje, significa a golpe de grito defensivo tu derecho al grato recuerdo, a tus esencias, y el haber podido quedar bien pertrechado ante la que se pueda avecinar. Y si llega tener siempre presente lo bailado a gusto y lo bien hecho y vivido con intensidad y hondura.

Que no nos quiten lo bailado, mejor, porque es parte de nuestra cosecha conseguida a lo largo de los años, a fuerza de esfuerzo y sudor, tan adherido a nuestra piel y a nuestras señas de identidad que no seríamos quienes somos y quedaríamos sin ello al desnudo, más frágiles, y sin ser nosotros con una historia de luces y sombras, de altibajos, de algunas virtudes y posiblemente muchos defectos, pero que se han hecho tan de nosotros que sin ellos seríamos otra cosa, otros seres tan diferentes que no nos reconocería la buena madre que nos parió y no tenemos derecho a darle ningún susto y temor a no reconocernos a la primera. El pasado, quizás sea mejor no tocarlo, como dice el fino analista Manuel Rodríguez Rivero, pechar cono lo que se hizo, con lo que se escribió, con las cosas que se dijeron o se hicieron o no llegaron a hacerse ni decirse nunca.

El niño que vive en mí se adhiere como una lapa, y no admite que nada ni nadie nos toque lo pasado y se quiera llevar nuestras canciones a dúo, las comidas en las eras, los besos de la noche de la madre, ir por todo el pueblo subido a hombros del padre, los juegos del recreo, los olores cuando la casa se llenaba con la matanza recién hecha, los primeros avances en la escuela en dibujo, escritura y matemáticas, el temblor gozoso de la carne en presencia de una chica que te gustaba, el primer baile que echamos en medio de la plaza, a pesar del miedo de estar haciendo el ridículo ante las miradas de todas las comadres del pueblo que no se perdían un solo detalle de todos y cada uno de los que hacíamos los primeros pinitos al son de la música, y el paso por la adolescencia siempre cuesta arriba, y los años felices de una juventud en donde había de todo, blanco, negro gris y azul de cielo despejado, y los primeros encuentros en pareja, y la casa, y la llegada de las hijas, y los primeros éxitos en el trabajo y los muchos quebrantos y las pérdidas dolorosas, y el hacerse duro aprendiendo a decir no, y blando diciendo sí con mayor frecuencia… no, por favor, que no nos quiten lo bailado.

Aunque la verdad sea dicha, tanto lo uno como lo otro, en el fondo, viene a ser lo mismo, y cuando siempre hemos dicho que nos quiten lo bailado nos estábamos refiriendo a los buenos momentos vividos con la certeza de que nadie nos los puede quitar.

Que no nos los quiten.

3 comentarios:

jubilación viene de júbilo dijo...

es la cuarta o quinta vez que intento mandar un comentario sin éxito.
¡Muy bonito lo de "que nos quiten lo bailao, o mejor, que no nos lo quiten!
Mientras lo leía afirmándome en la misma idea pensaba en los que no tienen experiencias felices de la vida y han sido tratados tan injustamente... ¿Cómo hablarles de futuro abierto y resistencia fundada en los momentos buenos?.
No lo se, pero quizá a alguno de estos pueda servirle una poesía que esboza caminos esperanzados.
No tengo mucho tiempo pero trataré de asomarme por aquí de vez en cuando.

jubilación viene de júbilo dijo...

la poesía se me olvidó pegarla :

SOLSTICIO
Reconduzcámosla poco a poco, la vida,
poco a poco y con mucha confianza,
no por los viejos vericuetos ni por los atajos
grandilocuentes, sino por el discretísimo
camino del hacer y deshacer de cada día.
Reconduzcámosla con dudas y proyectos,
y con torpezas, anhelos y desfallecimientos;
humanamente, entre fragor y angustias
por el "desfiladero "que nos corresponde vivir.
En soledad, pero no solitarios,
reconduzcamos la vida, con la certidumbre
que ningún esfuerzo caerá en tierra estéril.
Día vendrá que alguien beberá a manos llenas.
el agua de luz que brote de las piedras
de este tiempo nuevo que ahora esculpimos nosotros.

Miquel Martí i Pol ( traducido por Carme Ciscart)


¡Ay las cabezas!

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Gracias por intentarlo varias veces, pero ya sabes que quien resiste suele vencer.
Gracias, muchass gracias por el comentario.
En cuanto a la poesía me ha parecido espléndida y profunda. Cada verso encierra un mundo y el final no puede ser más precioso.
"Día vendrá que alguien beberá a manos llenas...de este tiempo nuevo que ahora que ahora esculpimos nosotros".
Saludos