martes, 12 de agosto de 2008

ALARDEAR ,¿DE QUÉ?

"Fue uno de esos hombres incapaces de matar a una mosca...
Muchas moscas viven ahora
y él no".
Margaret Atwood

Está visto que no se debe alardear de nada. Lo he visto claro tras leer estos versos de la poeta y escritora canadiense, a la que hace días concedieron el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008.
Porque yo siempre he alardeado de ser incapaz de matar a una mosca. Acaso a ti te ha pasado lo mismo por la cabeza y ya ves lo que nos puede suceder, según esta magnífica escritora, defensora de los derechos de la mujer y luchadora política contra las injusticias políticas, sociales, religiosas, económicas, medioambientales o étnicas. Y la verdad es que prefiero mil veces vivir antes que todas las moscas juntas, sin necesidad de sacar pecho en exceso y quererse a uno mismo lo imprescindible, ni más ni menos de lo justo y necesario.
Sirva este humilde reconocimiento como homenaje a esta gran escritora, que naciera allá por el año 39 del pasado siglo, año que me suena, porque también nació quien esto escribe. Enhorabuena, y lástima porque Juan Goytisolo, ese inmenso novelista y escritor, ha quedado finalista, y ya van siendo muchos premios que merece y que no recibe. Insisto, lástima.
Y puestos, me apetece un montón y no me resisto a seguir leyendo y comentando otro extraordinario trozo del poema:

"¿Qué esperabais oír de dioses
con cabeza de animal?
Y sin embargo, si bien se piensa,
los que inventaron luego, completamente humanos,
tampoco se lucieron.
"Ayúdame, hazme rico,
destruye a mi enemigo"
parece ser la pauta en general.
Y también: "Sálvame de la muerte",
a cambio de vuestras ofrendas de sangre
y pan, oraciones y flores,
mucha palabrería".

De ahí venimos y así nos han educado y catequizado, creyendo regalarnos lo mejor de lo mejor. Y el niño de mis primeros años que vivía en paralelo se escandalizó de los exabruptos que una viejuca, al salir de misa y de comulgar, a grito pelado decía a una vecina suya, que sólo había pedido a Dios, que su otra vecina, a quien odiaba a muerte, se muriera con la peor de las enfermedades. Y no sé si en todas, pero sí sé, que en muchas religiones esos exabruptos y deseos sobre los enemigos están a la orden del día, lo que demuestra, una vez más, que todos esos pensamientos, deseos y mensajes nauseabundos sólo pueden haber nacido en la mente de los hombres.
¿Qué esperabais oír de dioses con cabeza de animal y cuerpo de hombre? Y avanzando por los senderos de la historia, los humanos, en verdad, tampoco se lucieron, tampoco, porque volvieron a sacar lo peor de sí mismos y endosárselo a los dioses. ¡Bonita catequesis!

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