domingo, 4 de noviembre de 2007

La mujer del sombrero rojo


Siempre me han interesado, bueno, desde hace quince o veinte años, los testimonios de gente que va entrando en años y declara abiertamente a los 60 y más y a los 70 y muchos que está viviendo la mejor etapa de sus vidas.
Anoche me envío una amiga un powert point (un vídeo por ordenador) con el precioso título de el sombrero rojo en donde se pasa revista a la mujer desde los 3 a los 80 frente al espejo:
A los 3 se ve como una reina, poco después como una Cenicienta o como la Bella durmiente y hasta como un gallo de pelea, para pasar a verse en cuanto pasa de los 15 muy flaca, muy gorda, muy alta, muy crespa, muy lacia. Pero es a partir de los 50 cuando se ve a sí misma y comienza a ir para donde quiere. A partir de los 60 se sigue mirando, pero se acuerda de quienes ni siquiera se pueden ver en el espejo y sale y conquista el mundo. Esto se llama ocuparse y preocuparse de los demás y estar imbuido por la empatía. A los 70 se mira y ve sabiduría, alegría y habilidad, deja de mirarse y aprovecha la vida. Siempre creí que hasta muy entrados los 50 no se encuentra uno con uno mismo y es entonces, precisamente, pocas veces antes, cuando se va estando cerca de la madurez y la plenitud. A los 80 ya ni se preocupa de mirarse al espejo, simplemente se pone un sombrero rojo y sale a divertirse.
Una preciosidad y vale como fábula moderna.
Aunque esto no ha sido más que una ficción. En estos últimos días los testimonios de personas entradas en años no están lejos de la leyenda del ordenador, más aún la enriquecen. La semana pasada, poco después de haber cumplido los 90, José Luis Sampedro, un personaje excepcional, por su humanismo, su humor y su sabiduría, decía lo siguiente:
“La edad me ha enseñado a no tomarme en serio, a reírme de todo lo que pueda. Y a aceptar mis errores, mis pequeños éxitos, sin darles importancia. Y pienso que lo esencial en el mundo es la energía, y hay una energía cósmica que pone todo en movimiento; si quieres llamarlo Dios, llámalo Dios, pero yo no necesito un Dios paternal que me consuele ni nada de eso, pero esa energía es una inmensa hoguera en la que están saltando chispas constantemente”.
De igual forma nuestra paisana, la extraordinaria actriz, Concha Velasco, manifestaba recientemente:
“Como todo el mundo sabe tengo 67 años, ni uno más ni uno menos. La barrera de los 50 años fue muy dura, por eso del fin de la feminidad… Pero ahora estoy encantada de la vida, si eso lo puedo proyectar, perfecto. Estoy viviendo uno de los mejores momentos de mi vida”.
Algo así, hace unos años, se lo oí decir al escritor y catedrático de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, Xavier Rubert de Ventós, por cierto, de mi edad, que la mejor época de su vida estaba siendo la década de los 60, y me costaba creerlo, he tenido que estar yo mismo en ella para entenderlo y atestiguarlo de igual forma y totalmente convencido. No sé qué me da repetirlo, pero es verdad, estoy viviendo una estupenda luna de miel.
A Jesús Hermida, que se ve así mismo como “periodista contador de historias” no le gusta mirar hacia atrás. “Quien vuelve la vista atrás, ha dicho, no es digno del reino de los cielos. Nunca he vuelto la vista atrás”. Y por eso sigue con igual pasión, frente a la cámara, cautivando con su forma de mirar, moverse y contar historias.
Y el humorista y arquitecto a quien hace pocos días se le entregaba la medalla del Mérito al Trabajo, José María Peridis, daba su explicación al sentirse lleno de vida:
“La curiosidad, las ganas de vivir y la necesidad de llenar de contenido una vida que es irrepetible”. Y el humor, que el practica cada día como un genio, desde sus caricaturas, como el mejor de los fármacos para alargar la vida.
Ya lo sabes. Mirarse al espejo sí, pero cuando se van cumpliendo años saber que la calle espera, para pasearla y descubrirla cada mañana, colocarse un sombrero rojo, conquistar el mundo y divertirse.

Cuando te miras al espejo:

¿Cómo te ves?

¿Hablas contigo?

¿Te olvidas y sales a la calle con ganas de vivir la vida y conquistar la luna si hiciera falta?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

a modo de brindis (¿porque no?):
porque aprendamos a colocarnos un sombrero rojo y salgamos a conquistar el mundo y divertirnos...
porque consigamos no tomarnos en serio, reírnos de todo lo que podamos y aceptemos nuestros errores, nuestros pequeños éxitos, sin darles importancia...
(y porque no nos haga falta llegar a los 60,70,80...para conseguirlo)

Anónimo dijo...

Ya lo he decidido: pediré a los Reyes un sombrero rojo. Y lo llevaré sin vergüenza, al cine, al baile, a misa, al Gadis.......
En verano me protegerá del sol, en invierno, cuando nieve, llevaré sobre la cabeza un pequeño Himalaya.

Anónimo dijo...

Nada. Me he probado sombreros y me sientan fatal. Ni rojos, ni de paja, ni de otros colores...
Como tengo la cara tan redonda y el pelo corto me hace un poco achampiñonada y claro,no
estoy por la labor. ¿Puedo mirar gorras?...

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Naturalmente y estoy seguro que estarás guapísima