sábado, 27 de septiembre de 2025

“NO ES NADIE, SEÑOR, SOY YO”.

 

Un personaje, la criada, de El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, nos revela una realidad pura que estremece: cuando llama a la puerta y dice: “No es nadie, señor, soy yo”. Seis palabras que taladran el cerebro más apático y el corazón más frío. Una inmensa verdad al desnudo, es la criada, una don nadie, una mujer que linda con la nada, al servicio de todo y de todos, y que no existe prácticamente, es la sombra, que está sola cuando los otros comen, cuando los otros festejan, cuando los otros arden de amor, y ella sigue sola en una habitación que nunca se ve, pequeña y olvidada, que nunca se enseña, al margen de la vida y sus placeres, al margen de la vida y su esplendor. Así que cuando alguien llama a la puerta del señor, la respuesta es veloz y casi simple, pero estremecedora: “No es nadie, señor, soy yo”.
Y me quedo a solas pensando largo rato, rumiando la invisibilidad de los nadies, la nada de los que no son nada al servicio del todo y de todos:
“No es nadie, señor, soy yo”.
Y me recorre por el cuerpo un escalofrío ardiente que me enfrenta a una realidad que había olvidado y yo, ingenuo de mí, creía que eso ya no se daba, que eso ya no existía en nuestro mundo.
“No es nadie, señor, soy yo”.
Y se me quedó grabado a fuego lento como los grandes versos de los más grandes que me acompañan desde siempre, esta vez con dolor.
Y me lleva como el rayo a los famosos “nadies” de Galdeano:
“- Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
- Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
- Que no son, aunque sean.
- Que no hablan idiomas, sino dialectos.
- Que no profesan religiones, sino supersticiones.
- Que no hacen arte, sino artesanía.
- Que no practican cultura, sino folclore.
- Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
- Que no tienen cara, sino brazos.
- Que no tienen nombre, sino número.
- Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
- Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.
Y la clavó esa criada del libro del gran poeta mexicano Octavio Paz, tan humilde y sin nombre, y sin pensarlo, porque lo llevaba tan dentro que ni se veía a sí misma:
“No es nadie, señor, soy yo”. Y tan nadie que es la más nadie de todos los nadies juntos. Siempre sola, invisible, no se reconoce ni a sí misma en su dignidad única y los demás tampoco la tienen en cuenta porque... no es nadie señor, soy yo.
https://youtu.be/IOK8Jb76ibc?si=StowCmufsRez61G9 Dmitri Shostakovich - The Second Waltz Il Gattopardo. (Recordando a Claudia Cardinale)

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