sábado, 2 de agosto de 2025

AGOSTO PARA CALMAR LOS ÁNIMOS

 


“Después de un curso político tan bronco hay que dejar que agosto discurra suavemente sobre el sombrero de paja. Un libro, una hamaca, una buena sombra, una brisa agradable, los amigos y el mar. Podría añadir una limonada natural con hielo y hierbabuena con solo alargar la mano. ¿Para qué más? La vida es bella y atroz”. Manuel Vicent.
Así comenzaba Manuel Vicent su artículo último antes de tomarse las vacaciones de agosto y yo me he impuesto la tarea típica de un taller de escritura creativa. No se necesita más para caminar a tu aire y propia cuenta y poder hilvanar un artículo. Nos olvidamos de lo que ha dicho el gran columnista, para mí uno de los mejores y me pongo a ello, desde su impulso primero:
Es bueno dejar el aire bronco, casi irrespirable del parlamento, que debería ser escuela de reconciliación y consenso, buen uso del lenguaje y discursos impecables, y esperar el milagro del otoño como nos llega sin fallar a la cita el milagro de la primavera. ¿Será mucho esperar y de ilusos la esperanza?
De entrada prepararé mi sombrero, ese chulo que mis hijas me regalaron, cuando me vieron que no me despegaba de mi austero de paja, y me aliviará en los días de fuego que se avecinan.
Por supuesto una buena ristra de libros que esperan callados y me regalarán sus palabras como aliento de otras vidas, sentires y pensares, puerta abierta a la conmoción y al buen gusto literario. Ahí están callados, deseando de compañía activa: “Lo que me queda por vivir”, de Elvira Lindo; “El miedo de los niños” y “El verano de Cervantes” de Antonio Muñoz Molina; “Maestros de la felicidad” de Rafael Narbona; “No encuentro mi cara en el espejo” de Fulgencio Argüelles; “Ahora y en la hora” de Héctor Abad..., que no es mucho para abrir el apetito lector. Y serán lecciones de buen hacer y sabio escribir. A buen seguro.
Una buena sombra y una brisa agradable, nada como ello para poner en orden la lectura y que sosiegue los ánimos y dé luz a la mente para que aleje a los más lejanos infiernos todos los fanatismos y todo atisbo de intolerancia por tener la desgracia de ser un muerto de hambre, o a los que eligen un espléndido amor sin despreciar a nadie.
Y los amigos a eso del caer la tarde con unas cervezas frías o un Ribera elegido para combinar bien con lo que se tercie de la despensa. ¿Y el mar? Dichosos quienes disfruten de él en cualquier playa de cualquier costa, que todas tienen su aquel, yo me quedo, como otros muchos, en este mar de pinos en el que igualmente nos sentimos dichosos con el oleaje de su sombra y su brisa al atardecer. Y contra toda desesperanza esperar un pelín, al menos, una esperancilla de que el otoño nos encuentre más ligeros de equipaje y llenas nuestras mochilas de compromiso con la democracia y una convivencia menos asilvestrada, como por fortuna es la que se da, por cierto, en las calles y plazas de este pueblo español bastante civilizado, a día de hoy. Ah, y por supuesto que septiembre o no más allá de octubre termine el horror en Palestina y la guerra de Ucrania, los más grandes atropellos después de la segunda guerra mundial con la que estas dos heridas mortales tanto se asemejan.
Nota no tan al margen: Hablemos de lo que hablemos no podemos callar sobre lo que están sufriendo los palestinos: “Al menos 127 personas han muerto de hambre en Gaza”. Yo no encuentro maldad mayor. Y van ya 60.000 asesinatos. El genocidio servido.
https://youtu.be/lQztztQf8OI?si=7RTIJpFrbAxQv53i Sarasate Zigeunerweisen - Soojin Han, Sihyun Lee

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