sábado, 29 de marzo de 2025

LA TARTA DE LA TERTULIAS

 



Para comenzar apuntaré al cerebro y al corazón con la idea de hacer pensar y hacer sentir: Te diré que si tú te comes toda la tarta de la tertulia nos quedamos los demás en ayunas o llegamos tarde al reparto.
Sucede en las conversaciones informales, en las largas sobremesas, en las tertulias de bar y también en las radiofónicas y televisivas. Da gusto cuando alguien habla, sintetiza, va al fondo, al grano, y casi no vuelve a la palestra porque se entiende que ha dicho lo esencial del tema en cuestión, y le basta, y repugna un tanto quien además de hablar y decirlo todo, o casi, vuelve a la carga, cual moscardón molesto, cuando están hablando los demás intentando abrirse paso y trasmitir su opinión de nuevo, y ya no nos enteramos de nada, porque la tertulia discurre de un mano a mano a cuatro voces, haciendo subir la vehemencia además por las paredes, sin que el coordinador, si lo hay, no coordina y no corta por lo sano. ¿Es difícil entender que cuando los otros hablan uno calla y cuando le toque puede ya decir cuanto se le antoje? Por lo visto, y mil veces sufrido, debe de ser muy difícil. Y no se dan cuenta de que además de moscardones impertérritos hacen flaco favor a la tertulia correcta y enriquecedora convirtiéndola en una jaula de grillos descompuestos y chillones.
Está bien que quien tiene el don de lenguas, le gusta hablar y es buen conversador, regale su elocuencia y buen decir, y se agradece, porque mantiene viva la tertulia, pero a condición de que no se coma toda la tarta, la que le corresponde en buena lid y las de los otros, porque, como todo en la vida, quien va al baile quiere bailar, si va al restaurante, comer, si al lugar de trabajo, a hacer su labor, y así vuelve más a gusto y feliz a casa porque ha tomado nota y parte de cuanto sucede en calidad de actor y no de simple paseante y muermo marginal.
Ojo avizor, cuando nos sirven la tarta, o la tortilla, y nos las presentan en porciones, es elemental, cortés y equitativo que cada cual se conforme con el trozo que le corresponde, así la tarta de las tertulias. Pues no es de recibo no dejar espacios a los demás, aun en el caso de que sean poco habladores o tímidos o les guste más escuchar, es seguro que algo tienen que decir, y lo dirán, si se les deja, si se les pregunta, mucho que sugerir y compartir, en el caso de que no tengan que entrar a empujones y codazos en el corazón de la refriega, porque en ese caso abandonan al haberles robado el espacio.
Sucede también que en el primer encuentro preguntas cómo le va la vida y esperas que sintetice, y lo agradeces, pero no un discurso a toda mecha de varias horas sin que puedas intercambiar ni aportar nada a la conversación de la que se ha apoderado, llevándose todas las porciones de la tarta-tertulia.
Y en estas me llega, para el desayuno mental del domingo, la viñeta genial de El Roto que es la mejor guinda del pastel: Le dice un niño de unos diez años a otro de dos o tres: “Llegamos tarde al mundo, ya todo tiene un dueño”. Más, recientemente comenté estos prodigiosos versos de Claudio Rodríguez: “Si tú la luz te la has llevado toda, / ¿cómo voy a esperar nada del alba?”.
Pues eso, que se han llevado toda la tarta, la luz y hasta la guinda.
https://youtu.be/CFXYVUsDTPg?si=boK0-Opqve3yhhSy Mayte Martin – Vidalita (Se la oye poco y para mi gusto es de las voces mejores del panorama nacional)

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